
Las regiones de Siria y Palestina constituían uno de los más importantes nudos de comunicaciones del mundo antiguo. Allí confluían las rutas que enlazaban entre sí Egipto, Arabia, Mesopotamia y Anatolia. su valor estratégico era tal que, cuando los egipcios lograron sacudir el yugo de los hiksos, se apoderaron inmediatamente del corredor palestino, entre otras razones para tener bien vigilados los accesos que en el futuro podían conducir hasta Egipto a cualquier otro pueblo invasor. Esto ocurría en tiempos del faraón Tutmosis III (h. 1470 a.C.), conocido también como "El Napoleón Egipcio" por su genialidad como estratega y organizador. Los habitantes del país ocupado sufrieron pronto las consecuencias de la conquista egipcia: muchos de estos semitas fueron deportados como mineros forzados a yacimientos de cobre y lapislázuli que los egipcios explotaban en la península del Sinaí. Entre los condenados no faltaron gentes cultas, conocedoras de los últimos avances en el arte de escribir. Las primeras muestras de escritura se hallaron precisamente en las galerías que ellos habían perforado. El nuevo sistema se perfeccionó y se extendió por el mundo en las naves fenicias: incluso los griegos lo aprendieron de ellos, modificándolo a sus necesidades dialectales.
La poblaciónd el país de Canaán, nombre con el que por entonces se conocía aquella zona de Asia, tuvo que soportar en adelante todos los vejámenes que le impusieron los imperios que se disputaron el dominio sobre la región. Los faraones organizaban cada primavera brillantes campañas militares en las que se llevaban a Egipto como rehenes a los hijos de los reyezuelos colaboracionistas, rastrillando las riquezas que el país producía.
En la primera mitad del siglo XIV a. de C. la tenaza egipcia comenzó a aflojarse. El advenimiento del místico y visionario Amenofis IV (Akenathón), que desoyó las angustiadas peticiones de auxilio que le hacían sus vasallos semitas, aterrados por los avances de los temibles hititas, fue el culpable. Hartos de pedir tropas de auxilio y no recibir otra ayuda que consuelos espirituales, se pasaron a las filas del enemigo. La reacción egipcia fue inmediata: un golpe de estado derribó al piadoso faraón y los sacerdotes tebanos predicaron la guerra santa en nombre del dios Amón. Los militares salieron al campo de batalla. Egipcios e Hititas tenían ya las espadas en alto cuando en el país de Canaán estalló la peste y las trompetas del pánico resonaron estridentes con un "sálvese quien pueda".
Entretanto, en las lejanas tierras de Europa, los pueblso indoeuropeos volvían a ponerse en movimiento. En el camino aprendieron a trabajar el hierro, conocido desde hacía tiempo en algunas regiones de Asia y monopolizado hasta entonces por los temibles hititas. Para obtener el hierro eran necesarias unas manipulaciones algo más complejas que las necesarias para conseguir los metales conocidos hasta entonces. Pero el mineral de hierro se encontraba abundantemente por todas partes. Así, el empleo de armas metálicas, restringido hasta el momento a los poderosos capaces de pagarlas, se popularizó. Las hordas indoeuropeas, masivamente armadas de hierro, arrollaron fácilmente cuantos obstáculos encontraron a su paso. La Grecia de los señores aqueos fue invadida por los dorios provocando la desbandadada general. Todas las islas del Egeo se llenaron de fugitivos. La costa occidental de Asia Menor también quedó sumergida por una marea de exiliados a los que los dorios habían arrebatado sus tierras y que ahora luchaban desesperadamente por conseguir otras nuevas en el litoral asiático. La Historia conoce este catastrófico movimiento de pueblos con el nombre de "la primera diáspora griega". De ella hablaremos más adelante.
VISITA MI PÁGINA WEB PINCHANDO EN EL SIGUIENTE ENLACE
No hay comentarios:
Publicar un comentario