27 nov 2013

LA NOCHE DE SAN DANIEL Y RÍOS ROSAS

En 1864 volvió al poder el partido moderado, aunque bien pronto perdió su fuerza por haber ejercido una represión pública excesiva durante un tumulto escolar en la célebre noche de San Daniel.
Ocurrió que el día 8 de abril de 1865 los estudiantes de la Universidad Central obtuvieron un permiso para dar una serenata al rector señor Montalván, separado de dicho cargo por negare a instruir expediente contra el catedrático don Emilio Castelar, acusado de verter en sus explicaciones ideas subversivas.
Pero el gobernador civil retiró la autorización cuando ya los estudiantes  inundaban la calle en que tenía su domicilio el rector, haciéndola despejar por la fuerza armada, lo cual degeneró en un motín cuyo resultado fue el atropello y detención de algunos estudiantes.
Con este acto se excitaron los ánimos, y el desorden se reprodujo la noche del 10, día de San Daniel, convirtiéndose las calles de la capital en un verdadero campo de batalla.
Para protestar contra la conducta del Gobierno se alzó en las Cortes la voz de Ríos Rosas.
Don Antonio Ríos Rosas, nacido en Ronda el 16 de marzo de 1808 y muerto en Madrid el 3 de noviembre de 1873, consagró a la carrera política sus esfuerzos, mostrando desde el primer momento sus excelentes disposiciones para la oratoria con su voz potente, su verbo incisivo y su carácter indómito.  Elegido Ríos Rosas diputado a Cortes en 1838 y luego durante casi todas las legislaturas, realizó grandes campañas políticas que le llevaron a formar parte, en 1854, del Ministerio Relámpago, llamado así porque sólo duró veinticuatro horas.
En otra ocasión, y también por poco tiempo, desempeñó cartera ministerial.  Luego fue embajador y presidente de las Cortes, teniendo igualmente asiento en las que proclamaron la Primera República, y habiendo muerto tan pobre que no dejó con qué sufragar los gastos de su propio entierro.
A raíz de la noche de San Daniel esperó uno de los días a los manifestantes en la acera de Gobernación.  Cuando el tumulto era mayor, Rosas se encaró con los revoltosos y les gritó:

-Las personas honradas, a su casa; los pillos y granujas, que se queden aquí a entendérselas conmigo.

La manifestación quedó disuelta en el acto debido al "factor sorpresa".

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