26 nov 2013

EL GENERAL PRIM (II)

Tras la guerra africana se verificó una intentona carlista que le costó la vida al general Ortega, capitán general de las Islas Baleares.
En enero de 1865 se abandonó la isla de Santo Domingo después de haber estado anexionada a España por poco tiempo.  También se envió una expedición a México para pedir satisfacción, que se otorgó sobradamente, por los agravios perpetrados a la bandera española.  El jefe de esta expedición fue el general Prim, conde de Reus y marqués e los Castillejos, el cual se acreditó en ella como hombre de Estado.
Sin embargo, en el interior de España fermentaban las ideas radicales y el movimiento democrático-socialista de Loja fue una nueva manifestación de la vitalidad que iba adquiriendo el partido republicano.
Anteriormente ya se habían descubierto en Alicante, Sevilla y Olivenza conspiraciones militares de signo republicano, fraguadas por los célebres agitadores Fernando Garrido y Sixto Cámara, habiendo perecido éste de asfixia al tratar de internarse en Portugal.  La sublevación de Loja, que llegó a reunir hasta ocho mil hombres, fue dirigida por el albéitar Pérez del Álamo.
Cierto día, el ayudante del general O'Donnell, al entrar en el despacho, encontró a don Leopoldo agitado, paseándose por la habitación con visibles muestras de contrariedad y desesperación.  Acababan de comunicarle que Prim conspiraba.
-Vaya usted -le dijo al ayudante- a casa de Prim y préndalo inmediatamente.
Salió O'Lauvar con el general Echagüe en dirección de la casa de Prim. Les recibió un criado al llegar.
-El general Prim está de caza -les dijo.
Y no mentía.
El marqués de Lema comentó más tarde:
-El general Prim estaba de caza... de regimientos.
Narváez, que ostentaba el título de duque de Valencia, ocupó varias veces el poder.  Encontrándose en París, fue instalado por el partido conservador para que se hiciera cargo del gobierno.
Apremiado por los ruegos de Pidal y otros amigos, les escribió diciéndoles:

"A pesar de haber jurado no volver a ser ministro, lo seré cuando las circunstancias lo demanden"

Sin embargo, para ello ponía una singular condición:

"Aseguro que en España no se puede gobernar con blandura, sino a palos.  Para ello pido carta blanca para empuñar el garrote y pegar firme."

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