La ofensiva de Teruel por parte de los gubernamentales se había iniciado ya el 14 de diciembre del año anterior. El gobierno republicano sabía que Franco tarde o temprano lanzaría una ofensiva en el frente de Madrid, por lo que los coroneles Rojo y Hernández Sarabia hicieron los preparativos para adelantarse a estos planes y escogieron como frente Teruel, ciudad que estaba desguarnecida y cercada casi por completo por las líneas republicanas. Como fase previa adquirieron todo el material bélico que pudieron proporcionarles los contrabandistas de armas, gran parte del cual provenía de la época de la Primera Guerra Mundial.
El mando nacional había decidido iniciar el ataque el 18 de diciembre de 1937, pero los republicanos lo hicieron por sorpresa el 14. Otra vez el mal tiempo hizo su aparición y, aunque el avance no se interrumpió, las ventiscas y la nieve casi impidieron a los aviones despegar de las pistas enfangadas y heladas. En la ofensiva republicana no intervendrían las Brigadas Internacionales. El Ejército del Este, a las órdenes de Hernández Sarabia, sería el responsable de la parte principal del ataque contra la ciudad y estaría apoyado por el Ejército de Levante. Era un total de 100.000 hombres, que se integraban en el decimonoveno Cuerpo de Ejército, bajo el mando de Heredia; en el vigésimo, al frente de Menéndez, y en el vigésimo segundo, a las órdenes del vasco Ibarrola. El último incluía a la undécima División de Líster, la cual, como de costumbre, fue escogida para el primer ataque. Los defensores eran unos 4.000, delos cuales la mitad eran personas civiles.
Los generales Varela y Aranda, con los Cuerpos del Ejército de Castilla y Galicia, fueron los que iniciaron el avance, protegidos por la Legión Cóndor. Por entonces el ejército nacional se componía de 600.000 efectivos, distribuidos en 650 batallones de infantería, una división de cabalería, 290 baterías de artillería y unos 400 aviones. En cuanto al ejército popular, reunía unos 450.000 hombres, repartidos en 640 batallones (de efectivos más reducidos que los nacionales), 200 baterías y 350 aviones. Esta masa de hombres se hallaba dividida en dos grupos principales: el del general Miaja, y el de Levante, a cuyo frente se hallaba Vicente Rojo Lluch.
De esta forma consiguió el ejército republicano retrasar la ofensiva nacional sobre Madrid. El 21 de este mismo mes de diciembre, las tropas republicanas consiguieron ocupar gran parte de Teruel, tomando casa por casa en una lucha sangrienta en la que los hombres se mataban en combate cuerpo a cuerpo; pero el 29 llegaron los auxilios nacionalistas al mando del general Varela, apoyados por la Legión Cóndor.
Ante las situaciones que provocaba tan encarnizada lucha, Prieto, que era Ministro de la Guerra, hizo un llamamiento para paliar en parte las penurias, y el 7 de enero abandonaron la ciudad los ancianos, las mujeres y los niños. Durante seis semanas los republicanos trataron de mantenerse en la mitad de la ciudad que habían ocupado; mas ante lo precario de la situación, el gobierno envió refuerzos pertenecientes a las Brigadas Internacionales.
Tras resistir denodadamente, estimulados por razones de moral y prestigio, debieron finalmente ceder las defensas y evacuar la ciudad,realizando grandes esfuerzos para no quedar aislados y unirse a la zona republicana. La ofensiva de Teruel tuvo en parte resultados positivos, pues desvió la atención del frente de Madrid e impidió la concentración de tropas en dicho sector. Esta campaña, lo mismo que las de Brunete y Belchite, se caracterizó por lo sangriento y desesperado de la lucha, derrochándose heroísmo en ambos bandos.
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