10 jun 2012

SIDERURGIA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX (I)

Las evidentes ventajas del hierro sobre la madera le convirtieron en el metal de la industrialización.  La agricultura, la industria textil, el tendido ferroviario y las construcciones navales constituyen los principales sectores de la demanda siderúrgica.  Pese a los inconvenientes apuntados, la desamortización supuso una extensión de los cultivos, con la consiguiente demanda de aperos de labranza: arados, rejas, herraduras, llantas.  Normalmente esta demanda se satisfizo a base de las forjas tradicionales.
La industria algodonera también consume hierro.  al tiempo que se introduce el telar mecánico, la antigua "bergadana" era sustituida por la "Mule-Jenny", la "continua", la "selfactina".  Está claro: los antiguos telares de madera son suplantados por los de hierro.  En un telar se emplean 770 kilogramos de hierro; una mechera de 52 husos exigía 3.430 kilogramos; el batidor de un volante, 3.450...  Además, fábricas como la catalana de "Batló", que había utilizado para su construcción 850 columnas de hierro.
Los navíos metálicos se imponían, y en 1884 la capacidad de la marina de vapor (buque de hierro) superaría a la marina de vela.  Sólo de 1849 a 1868 España importó 305 embarcaciones de hierro, con un total de 89.205 toneladas.  A causa de estas masivas importaciones de hierro, el desarrollo de la industria siderúrgica española no adelantó, pero la demanda de hierro se disparó.
El 28 de octubre de 1848 circulaba el primer ferrocarril español entre Mataró y Barcelona.  En 1868 las construcciones ferroviarias alcanzaban los 5.375,08 kilómetros, y en 1883, 8.246 kilómetros.  Es el resultado de las cantidades de hierro colado, aceros, laminados corrientes, aros, chapas, alambre hoja de lata y planchas.  Ahora bien ¿por qué no se construían las máquinas, los barcos, los ferrocarriles con material del país?  ¿No dijimos anteriormente que España era una de las primeras potencias en la producción de mineral de hierro?
Los ferreteros, los fabricantes españoles de hierro claman, pero nadie les hace caso.  Hablan así, en 1862:

"La causa de las dificultades del sector metalúrgico es bien obvia.  España, que sólo consume tres millones de quintales de hierro, recibe del extranjero 1.800.000.  Nuestras fábricas, a la hora presente, habrían podido producir lo bastante para abastecer el mercado; pero lo ha impedido el estímulo que ha creído debe darse a las empresas de ferrocarriles, que tienen el privilegio de importar libre de derechos todo el hierro que necesiten.  ¿Cómo se han de hacer pedidos de raíles a nuestras fábricas? La industria nacional férrea ha visto reducido por esa franquicia a la tercera parte del consumo su mercado, y no ha podido tener el desenvolvimiento a que estaba llamada.  Lo que debía ser motivo de prosperidad y garantía de su vida ha sido causa de su decadencia y peligro de su muerte."

Parece obvio que los políticos españoles de la época bailaban al ritmo que tocaban las presiones del gran capitalismo extranjero.

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