10 sept 2017

LA CRISIS DEL SISTEMA COLONIAL ESPAÑOL (I)

Vamos a referirnos en primer lugar a la influencia ideológica que provocaría la crisis de la Independencia.  Existe un ciclo revolucionario universal, iniciado en Inglaterra en el siglo XVII y con fases sucesivas en la revolución americana y francesa.  Las doctrinas liberales influyen sobre la clase culta hispanoamericana, pese a la policía y a la Inquisición.  Esta serie de influencias (de la Constitución Americana derivarán las de Sudamérica) contrasta con la inactividad del gobierno español.  Sólo las propuestas del conde de Aranda habían intentado solucionar algunos de estos problemas, al presentar a Carlos III la creación de tres reinos en América -México, Lima y Bogotá-, regidos por los infantes reales.  También había de tenerse en cuenta a un sector criollo temeroso de que la independencia facilitara los movimientos indios contra su predominio económico.
Remontémonos al momento en que entran en colisión los principios ideológicos representativos de autoridad y libertad.  Los principios absolutos de la monarquía habían sido frenados por una serie de teorías políticas, entre las que destacan dos: populista y pactista.  En virtud de la primera se habían llegado a establecer ideas fundamentales de libertad y justicia humana; soberanía radicada en la comunidad; derecho a la rebeldía popular en caso de autoridad despótica, etc..., según normativas del deber cristiano.
Frente a tal actitud se situaba la teoría pactista -pacto entre pueblo y soberano-, en virtud de la cual el pueblo había delegado la soberanía en el monarca, configurándose así la utilidad social del poder, por la que el pueblo podía legítimamente sublevarse y deponer a un rey.  Con esta base se proclamaba la soberanía popular, según la cual todos los poderes del gobierno proceden del pueblo; se extendían los derechos de sufragio, una Constitución, un Parlamento; se difundían los derechos civiles y de propiedad; quedaba prohibido todo tipo de monopolios; se abolían la pena de muerte, los derechos de primogenitura, todos los derechos y tribunales feudales, etc.
John Locke había desarrollado todas estas ideas en sus Dos Tratados del Gobierno Civil (1690), y, a través de esta obra, pasaron a la Declaración de Independencia de América del Norte y fueron la base de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, promulgada en Francia en 1789 y traducida e impresa en 1794 por el criollo bogotano Antonio de Nariño, obteniendo una extraordinaria difusión.
Las fórmulas de la Ilustración sobre la potencialidad del Estado y la organización política interna, plasmadas en el sistema del Despotismo Ilustrado, chocan con las pretensiones políticas, sociales y económicas de la aristocracia y, sobre todo, de la burguesía.  el choque entre autoritarismo y liberalismo queda enmarcado, y, de forma similar a la revolución inglesa del siglo XVII, se manifiesta en la continuidad del proceso revolucionario: mundo colonial británico en América del Norte, Revolución Francesa y, ahora, descomposición del Imperio español americano.

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