El dúo Ensenada-Carvajal es el alma de la política exterior de Fernando VI. El extremeño Carvajal es un excelente diplomático, sutil y reservado. Le preocupa la inseguridad marítima y colonial, los mercados y la reconstrucción interior. Anglófilo (aunque siempre condicionó la alianza hispano-inglesa a la devolución de Gibraltar y Menorca), el embajador británico Keene decía de él:
"No puede hacerle tan inglés como quisiera, pero me atrevo a asegurar que nunca será francés."
"No puede hacerle tan inglés como quisiera, pero me atrevo a asegurar que nunca será francés."
El riojano marqués de la Ensenada, aunque francófilo, estaba obsesionado por la reconstrucción de la marina y la Hacienda. Keene decía haberle oído:
"Si alguna vez me veis preferir la bandera francesa al pabellón español, hacedme arrestar y ahorcadme como el mayor malvado de la tierra."
Su conducta también se puede constatar a través de las líneas de su propio pensamiento:
"Proponer que V.M. (Fernando VI) tenga iguales fuerzas de tierra que Francia, y de mar, que Inglaterra, sería delirio; pero no procurar que se aumenten sería querer que España no fuese independiente ni respetada; y todo se ha de hacer con cautela, antes que los enemigos piensen embarazarlo."
El dúo Ensenada-Carvajal abrazará la neutralidad como sistema y se mantendrá equidistante de Versalles y Londres, pese a los intentos de estas dos potencias por hacer salir a España de su neutralidad. El que se adoptara la paz como fin (no como medio al estilo de Patiño) no quiere decir un absentismo total en la política exterior ni mucho menos. El embajador en Londres, Ricardo Wall, discutía confidencialmente los problemas queafectaban a España y sus Indias con los ministros británicos Newcastle y Bedford. El embajador inglés Keene se ganaba las simpatías de Bárbara de Braganza. El embajador francés Duras no era grato en la corte. Los hermanastros de Fernando VI, Carlos y Felipe, eran francófilos, y se negaron a suscribir los tratados con Cerdeña y Austria.
La política de neutralidad parace seguir en "pathos". Si muere Carvajal el anglófilo el 8 de abril de 1754, el francofilo Ensenada es desterrado el 20 de julio de ese mismo año, fruto de una intriga inglesa en la que achacaban a don Zenón trabajar por su cuenta en los asuntos americanos, firmar alianzas con París y ponerse en connivencia con Nápoles. Es la famosa frase de Keene:
"Los grandes proyectos de Ensenada para el fomento de la Marina han sido suspendidos. No se construirán buques."
Pese a la elevación de Ricardo Wall, por medio de Inglaterra, la neutralidad sigue.
La Paz de Aquisgrán no fue muy firme. Va a estallar la Guerra de los Siete Años (1756-1763) entre Austria y Prusia, teniendo por aliados, respectivamente, a Francia e Inglaterra. Ambas partes hacen promesas y esfuerzos por atraer a España. Pero ni los cantos de sirena de Menorca, Gibraltar, ventajas en Indias, arrastran a la política exterior española. Esta maciza neutralidad no se podrá sostener. Habrá que esperar la muerte del monarca Fernando VI el 10 de agosto de 1759 para que Carlos III firme el Tercer Pacto de Familia y entre, en consecuencia, a partir de 1761, en la Guerra de los Siete Años.
"Si alguna vez me veis preferir la bandera francesa al pabellón español, hacedme arrestar y ahorcadme como el mayor malvado de la tierra."
Su conducta también se puede constatar a través de las líneas de su propio pensamiento:
"Proponer que V.M. (Fernando VI) tenga iguales fuerzas de tierra que Francia, y de mar, que Inglaterra, sería delirio; pero no procurar que se aumenten sería querer que España no fuese independiente ni respetada; y todo se ha de hacer con cautela, antes que los enemigos piensen embarazarlo."
El dúo Ensenada-Carvajal abrazará la neutralidad como sistema y se mantendrá equidistante de Versalles y Londres, pese a los intentos de estas dos potencias por hacer salir a España de su neutralidad. El que se adoptara la paz como fin (no como medio al estilo de Patiño) no quiere decir un absentismo total en la política exterior ni mucho menos. El embajador en Londres, Ricardo Wall, discutía confidencialmente los problemas queafectaban a España y sus Indias con los ministros británicos Newcastle y Bedford. El embajador inglés Keene se ganaba las simpatías de Bárbara de Braganza. El embajador francés Duras no era grato en la corte. Los hermanastros de Fernando VI, Carlos y Felipe, eran francófilos, y se negaron a suscribir los tratados con Cerdeña y Austria.
La política de neutralidad parace seguir en "pathos". Si muere Carvajal el anglófilo el 8 de abril de 1754, el francofilo Ensenada es desterrado el 20 de julio de ese mismo año, fruto de una intriga inglesa en la que achacaban a don Zenón trabajar por su cuenta en los asuntos americanos, firmar alianzas con París y ponerse en connivencia con Nápoles. Es la famosa frase de Keene:
"Los grandes proyectos de Ensenada para el fomento de la Marina han sido suspendidos. No se construirán buques."
Pese a la elevación de Ricardo Wall, por medio de Inglaterra, la neutralidad sigue.
La Paz de Aquisgrán no fue muy firme. Va a estallar la Guerra de los Siete Años (1756-1763) entre Austria y Prusia, teniendo por aliados, respectivamente, a Francia e Inglaterra. Ambas partes hacen promesas y esfuerzos por atraer a España. Pero ni los cantos de sirena de Menorca, Gibraltar, ventajas en Indias, arrastran a la política exterior española. Esta maciza neutralidad no se podrá sostener. Habrá que esperar la muerte del monarca Fernando VI el 10 de agosto de 1759 para que Carlos III firme el Tercer Pacto de Familia y entre, en consecuencia, a partir de 1761, en la Guerra de los Siete Años.
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