Desde finales del siglo XIII, España estaba en Italia. Fernando el Católico perfecciona esta política mediterránea. La estructuración italiana, en paz desde el Renacimiento y sellda por cientos de años de historia común, fue quebrantada en la Paz de Utrecht. Inglaterra se encuña en las rutas del levante español (Gibraltar, Menorca). Las realidades histórica, política y geográfica son sacrificadas. El equilibrio dice que Austria necesita mayor extensión y población que Francia. Es la razón para que Austria herede la mayoría de las posesiones españolas en Europa. Saboya se quedará con Sicilia. Austria nunca había tenido estrechas relaciones económicas y políticas con Nápoles ni con Cerdeña. Aparte de estar lejanos, ni austriacos ni saboyanos poseen una tradición marinera que les ayude a entender algo a sus nuevos súbditos. España había aceptado esto de mala gana; sus relaciones con Viena no eran precisamente cordiales; Carlos VI (el archiduque) seguía considerando a Felipe V como un usurpador.
La iniciativa de ruptura correrá a cargo del gobierno español, en estos momentos bajo influencia italiana.
Isabel Farnesio, segunda esposa de Felipe V, era hija del duque de Parma y Toscana, y aque se extinguían las ramas masculinas Farnesio y Médicis. Pretendía asegurar esos estados a los hijos de su matrimonio, pues la corona de España pertenecía a los nacidos del primer enlace de Felipe V. Éste era dócil a los planes que le propusieran, y más siendo bélicos, pues, como su abuelo, creía en la gloria militar. Además, un triunfo en el Mediterráneo suponía la humillación de Carlos VI de Austria y un aumento de las posibilidades para aspirar a la regencia de Luis XV de Francia.
El complemento de la influencia italiana lo constituye Alberoni, una especie de ministro dirigente, elevado a tal por Isabel Farnesio. Julio Alberoni era hijo de un jardinero parmesano; había sido estudiante, campanero, protegido, presbítero, mayordomo, preceptor, educador y ágil conversador. Primero estuvo a las órdenes del duque de Vendôme y luego pasó a agente diplomático del duque de Parma en Madrid. Se ganó a la reina María Luisa, a la princesa de los Ursinos, a Gindice y demás personalidades. Fue oportuno en todo y tramó con éxito el matrimonio de Felipe V e Isabel Farnesio. Esto le convirtió en árbitro de los destinos de España.
Alberoni consideraba a sus paisanos incapaces de patriotismo. Diría que su molicie "causa vergüenza a las demás naciones". Odiaba a los alemanes y tenía ideas de liberación y unidad nacional. Lo primero era sacudirse el yugo de los austriacos a la vera de los ejércitos españoles.
La iniciativa de ruptura correrá a cargo del gobierno español, en estos momentos bajo influencia italiana.
Isabel Farnesio, segunda esposa de Felipe V, era hija del duque de Parma y Toscana, y aque se extinguían las ramas masculinas Farnesio y Médicis. Pretendía asegurar esos estados a los hijos de su matrimonio, pues la corona de España pertenecía a los nacidos del primer enlace de Felipe V. Éste era dócil a los planes que le propusieran, y más siendo bélicos, pues, como su abuelo, creía en la gloria militar. Además, un triunfo en el Mediterráneo suponía la humillación de Carlos VI de Austria y un aumento de las posibilidades para aspirar a la regencia de Luis XV de Francia.
El complemento de la influencia italiana lo constituye Alberoni, una especie de ministro dirigente, elevado a tal por Isabel Farnesio. Julio Alberoni era hijo de un jardinero parmesano; había sido estudiante, campanero, protegido, presbítero, mayordomo, preceptor, educador y ágil conversador. Primero estuvo a las órdenes del duque de Vendôme y luego pasó a agente diplomático del duque de Parma en Madrid. Se ganó a la reina María Luisa, a la princesa de los Ursinos, a Gindice y demás personalidades. Fue oportuno en todo y tramó con éxito el matrimonio de Felipe V e Isabel Farnesio. Esto le convirtió en árbitro de los destinos de España.
Alberoni consideraba a sus paisanos incapaces de patriotismo. Diría que su molicie "causa vergüenza a las demás naciones". Odiaba a los alemanes y tenía ideas de liberación y unidad nacional. Lo primero era sacudirse el yugo de los austriacos a la vera de los ejércitos españoles.
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