
Por esto, hay ocasiones en que los vasallos prefieren serlo del rey y se desligan del abad. A veces la posesión es de otro tipo. Si tienen derecho a cobrar un diezmo sobre los cereales, obligarán a los vasallos a que sólo siembren cereales. Esto puede traer perjuicios a las personas que cultivan y a la agricultura en general. Más de un pueblo, debido a estas medidas, se arruinó.
El 80% de los abandengos se localizan en Galicia (741), donde más del 50% de las tierras están en posesión de la Iglesia.
Toda la región del noroeste (Santander incluido) contaba con una institución curiosa y feudalizante, risible, pero a veces catastrófica. Era la "luctuosa", un derecho que tenía el abad o señor eclesiástico a percibir la mejor cabeza de ganado cuando el vasallo moría. Si no dejaba animales tomaban cualquier mueble de cuatro patas: una cama, un armario, una mesa. Por ello, el campesino gallego, antes de morir, solía deshacerse de los animales u objetos de cuatro patas. Esta institución hay que enclavarla en Galicia, con unas familias de economía miserable, apuntaladas por el minifundio y la práctica del foro.
Ésta es una descipción somera, pero no quedaría completa si no añadimos numerosas medidas caritativas por parte de los señores eclesiásticos. Muchos prelados y conventos se distinguían porsu prodigalidad. El impacto social que marca el clero en la sociedad dieciochesca hay que buscarlo también en las ceremonias religiosas; en las procesiones fastuosas y a veces teatrales; en las fiestas religiosas, hasta tal punto numerosas, que hubieron de ser reducidas por su repercusión en la economía; en los rosarios públicos; en los predicadores ardientes. Todos estos aspectos están dirigidos por el clero, quien los incrusta en la sociedad. La Iglesia enmarca las manifestaciones privadas y públicas, las capitalinas, las estatales y toda la vida familiar. La amalgama de instituciones religiosas y feudales es capaz de dirigir el modo de vida de personas más simples.
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