Calvino (1509-1564) puso al servicio de los ideales reformados su sólidos conocimientos de filosofía y teología escolásticas, derecho y literatura clásica. Como el protestantismo estaba prohibido en Francia en los días en que Calvino se adhirió a él (hacia 1530), el reformador se vio obligado a huir del país, primero a Italia y después a Ginebra, donde Guillermo Farel dirigía la tarea de reformar la ciudad según los principios del protestantismo. Para entonces, alvino había publicado ya su conocida "Institución del Cristianismo", obra en la que había expuesto magistralmente sus ideas teológicas (1536). Calvino, reflexionando, sobre las afirmaciones de Lutero, en que atribuía nuestra salvación únicamente a los méritos de Cristo sin intervención humana alguna, por pequeña que fuese, concluyó que Dios es el único de quien depende la salvación del hombre, que él es quien nos condena o quien nos salva. Dios ha predeterminado quiénes han de salvarse y quiénes han de condenarse. Por más que el hombre se esfuerce, no podrá hacer cambiar el destino que Dios le ha señalado. Ésta es, en esencia, la doctrina de la predestinación que se encuentra en la base del edificio teológico calvinista.
Al llegar a Ginebra, Guillermo Farel y sus colaboradores vieron en Calvino a la persona que necesitaban para afianzar definitivamente las innovaciones que estaban llevando a cabo. Éste fue nombrado pastor de la nueva Iglesia, y se entregó de lleno a su organización. Para Lutero, las obras eran totalmente inútiles para la salvación. De ahí se había derivado una relajación de costumbres que Calvino rechazaba. Para éste, las obras también eran inútiles, pues nunca servirían para merecer una salvación que sólo podía depender de Dios; pero las buenas obras eran la señal por la que cada uno podía conocer si pertenecía o no al número de los predestinados a la salvación. Con las obras podía colaborar también el creyente a la obra de Dios. La Iglesia y el Estado debían estar al servicio de esta colaboración en la obra de la fe; mas, a diferencia de Lutero, Calvino afirmó que el Estado debía estar subordinado a la Iglesia.
La comunidad reformada de Ginebra, primera que organizó Calvino, era gobernada por un organismo supremo, llamado "consistorio", encargado de la vigilancia e inspección sobre toda la Iglesia. Lo componían seis "pastores" y "doce ancianos". Sometido a esta suprema autoridad, existía un segundo organismo, la "congregación", compuesta por todos los pastores de la Iglesia de Ginebra; a la congregación pertenecía determinar las cuestiones doctrinales. Finalmente estableció una serie de cargos, perfectamente jerarquizados, entre los que estaban los "pastores", encargados de la predicación; los "doctores", cuyo ministerio consistía en enseñar la doctrina y en dirigir las escuelas; los "presbíteros", base de la jerarquía y directores de la Iglesia, y finálmente los "diáconos", puestos al frente de los hospitales y obras de caridad.
Consecuencia de su doctrina de la predestinación era la concepción calvinista de Dios, a quien se imagina en toda su grandeza, su lejanía y su rigor. Reflejo de este Dios predestinador y terrible era también el carácter rigorista de la Iglesia propugnada por él. Ginebra fue sometida a una rígida disciplina; Calvino reglamentó hasta los más nimios detalles de la conducta privada. El aspecto de la ciudad cambió por completo. Los "libertinos", es decir, todos los que, en nombre de la libertad, se opusieron a la dictadura calvinista, fueron expulsados de la ciudad; la idolatría (es decir, el culto a las imágenes, al estilo católico), el adulterio y otras culpas similares eran castigadas con la muerte. Se determinaron cóo habían de ser los vestidos, adornos y peinados de las mujeres. Se reglamentaron las comidas. Se cerraron las tabernas, se prohibieron los cantos y los bailes. En los cinco primeros años de la existencia del nuevo régimen, hubo más de cincuenca ejecuciones y cerca de un centenar de destierros. Las cárceles se llenaron, las mutilaciones punitivas, como el cortar las manos, incluso a las mujeres, se multiplicaron.
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Al llegar a Ginebra, Guillermo Farel y sus colaboradores vieron en Calvino a la persona que necesitaban para afianzar definitivamente las innovaciones que estaban llevando a cabo. Éste fue nombrado pastor de la nueva Iglesia, y se entregó de lleno a su organización. Para Lutero, las obras eran totalmente inútiles para la salvación. De ahí se había derivado una relajación de costumbres que Calvino rechazaba. Para éste, las obras también eran inútiles, pues nunca servirían para merecer una salvación que sólo podía depender de Dios; pero las buenas obras eran la señal por la que cada uno podía conocer si pertenecía o no al número de los predestinados a la salvación. Con las obras podía colaborar también el creyente a la obra de Dios. La Iglesia y el Estado debían estar al servicio de esta colaboración en la obra de la fe; mas, a diferencia de Lutero, Calvino afirmó que el Estado debía estar subordinado a la Iglesia.
La comunidad reformada de Ginebra, primera que organizó Calvino, era gobernada por un organismo supremo, llamado "consistorio", encargado de la vigilancia e inspección sobre toda la Iglesia. Lo componían seis "pastores" y "doce ancianos". Sometido a esta suprema autoridad, existía un segundo organismo, la "congregación", compuesta por todos los pastores de la Iglesia de Ginebra; a la congregación pertenecía determinar las cuestiones doctrinales. Finalmente estableció una serie de cargos, perfectamente jerarquizados, entre los que estaban los "pastores", encargados de la predicación; los "doctores", cuyo ministerio consistía en enseñar la doctrina y en dirigir las escuelas; los "presbíteros", base de la jerarquía y directores de la Iglesia, y finálmente los "diáconos", puestos al frente de los hospitales y obras de caridad.
Consecuencia de su doctrina de la predestinación era la concepción calvinista de Dios, a quien se imagina en toda su grandeza, su lejanía y su rigor. Reflejo de este Dios predestinador y terrible era también el carácter rigorista de la Iglesia propugnada por él. Ginebra fue sometida a una rígida disciplina; Calvino reglamentó hasta los más nimios detalles de la conducta privada. El aspecto de la ciudad cambió por completo. Los "libertinos", es decir, todos los que, en nombre de la libertad, se opusieron a la dictadura calvinista, fueron expulsados de la ciudad; la idolatría (es decir, el culto a las imágenes, al estilo católico), el adulterio y otras culpas similares eran castigadas con la muerte. Se determinaron cóo habían de ser los vestidos, adornos y peinados de las mujeres. Se reglamentaron las comidas. Se cerraron las tabernas, se prohibieron los cantos y los bailes. En los cinco primeros años de la existencia del nuevo régimen, hubo más de cincuenca ejecuciones y cerca de un centenar de destierros. Las cárceles se llenaron, las mutilaciones punitivas, como el cortar las manos, incluso a las mujeres, se multiplicaron.
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