Lo que ahora importaba a los reyes era obtener títulos con que legitimar sus derechos a la posesión y evangelización de los países descubiertos, pues temían que el rey de Portugal los reclamase para sí, como tenía por costumbre. Y, en realidad, no les faltaban motivos, pues Juan II estaba enviando barcos hacia el oeste desde que supo del éxito que Colón había alcanzado. Enviaron, pues, legados a quien se consideraba la máxima autoridad de la cristiandad, el papa Alejandro VI, y éste expidió varios documentos. Entresacamos algunos párrafos del más importante de ellos, la bula Inter Caetera, para que el lector pueda hacerse cargo por sí mismo de su contenido:
"Entre las demás obras agradables a la divina Majestad y deseables a nuestro corazón, ésta es ciertamente la principal: que la fe católica y la religión cristiana sea exaltada, especialmente en nuestros tiempos, y por dondequiera se amplíe y dilate, y se procure la salvación de las almas y las naciones bárbaras sean subyugadas y reducidas a la fe cristiana".
"Sabemos que ya hace tiempo teníais el propósito de explorar y descubrir algunas islas y tierras firmes, remotas e incógnitas y por ningún otro descubiertas, con objeto de inducir a sus habitantes a que adoren a nuestro Redentor y profesen la fe católica".
"Por fin, recuperado el dicho reino (de Granada) por voluntad divina, y queriendo satisfacer vuestro deseo, designásteis al caro hijo Cristóbal Colón, varón digno y muy recomendable, para que con varios navíos y hombres intruidos en semejantes cosas, no sin grandes trabajos y peligros y dispendios, buscase las tierras remotas e incógnitas por el mar, donde hasta ahora no se había navegado. Los cuales, con el divino auxilio y con extrema diligencia navegando por el mar océano, hallaron ciertas islas remotísimas y tierras firmes, por nadie hasta ahora descubiertas, en las cuales viven gentes pacíficas, que, según se dice, andan desnudos y no comen carne; y según opinan vuestros enviados, los habitantes de aquellas islas y tierras creen en un solo Dios creador, que está en los cielos, y parecen aptos para abrazar la fe católica y ser imbuídos en buenas costumbres, y se tiene la esperanza de que, si se instruyeran, fácilmente confesarían en dichas islas y tierras el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo".
"Y para que, largamente galardonados por la gracia apostólica, toméis más libre y valerosamente el cargo de tan grave negocio... todas las islas y tierras firmes descubiertas y por descubrir, hacia occidente y mediodía, con todos sus dominios, ciudades, castillos, lugares y villas, derechos y jurisdicciones, así como pertenencias, os las donamos y signamos a vosotros y a vuestros herederos y sucesores IN PERPETUUM por el tenor de las presentes, en virtud de la autoridad de Dios omnipotente, concedida a nosotros en San Pedro y del vicariato de Jesucristo que desempeñamos en la tierra; trazando y dibujando para ello una línea desde el polo ártico o septentrional hasta el polo antártico o meridional..., línea que diste cien leguas al oeste o sur de las islas llamadas de las Azores y Cabo Verde, de suerte que todas las islas y tierras firmes halladas o por hallar, desde esa línea hacia el oeste y sur, pertenezcan a los reyes de Castilla y León, con tal que no se hallen actualmente sujetas a ningún otro rey o príncipe cristiano..."
"Y en virtud de santa obediencia osmandamos que, así como lo prometéis y no dudamos lo cumpliréis por vuestra máxima devoción y regia magnanimidad, destinéis a las tierras e islas mencionadas varones probos y temerosos de Dios, doctos, instruidos y experimentados, para adoctrinar a los indígenas y moradores dichos en la fe católica o imbuirlos en las buenas costumbres"
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"Entre las demás obras agradables a la divina Majestad y deseables a nuestro corazón, ésta es ciertamente la principal: que la fe católica y la religión cristiana sea exaltada, especialmente en nuestros tiempos, y por dondequiera se amplíe y dilate, y se procure la salvación de las almas y las naciones bárbaras sean subyugadas y reducidas a la fe cristiana".
"Sabemos que ya hace tiempo teníais el propósito de explorar y descubrir algunas islas y tierras firmes, remotas e incógnitas y por ningún otro descubiertas, con objeto de inducir a sus habitantes a que adoren a nuestro Redentor y profesen la fe católica".
"Por fin, recuperado el dicho reino (de Granada) por voluntad divina, y queriendo satisfacer vuestro deseo, designásteis al caro hijo Cristóbal Colón, varón digno y muy recomendable, para que con varios navíos y hombres intruidos en semejantes cosas, no sin grandes trabajos y peligros y dispendios, buscase las tierras remotas e incógnitas por el mar, donde hasta ahora no se había navegado. Los cuales, con el divino auxilio y con extrema diligencia navegando por el mar océano, hallaron ciertas islas remotísimas y tierras firmes, por nadie hasta ahora descubiertas, en las cuales viven gentes pacíficas, que, según se dice, andan desnudos y no comen carne; y según opinan vuestros enviados, los habitantes de aquellas islas y tierras creen en un solo Dios creador, que está en los cielos, y parecen aptos para abrazar la fe católica y ser imbuídos en buenas costumbres, y se tiene la esperanza de que, si se instruyeran, fácilmente confesarían en dichas islas y tierras el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo".
"Y para que, largamente galardonados por la gracia apostólica, toméis más libre y valerosamente el cargo de tan grave negocio... todas las islas y tierras firmes descubiertas y por descubrir, hacia occidente y mediodía, con todos sus dominios, ciudades, castillos, lugares y villas, derechos y jurisdicciones, así como pertenencias, os las donamos y signamos a vosotros y a vuestros herederos y sucesores IN PERPETUUM por el tenor de las presentes, en virtud de la autoridad de Dios omnipotente, concedida a nosotros en San Pedro y del vicariato de Jesucristo que desempeñamos en la tierra; trazando y dibujando para ello una línea desde el polo ártico o septentrional hasta el polo antártico o meridional..., línea que diste cien leguas al oeste o sur de las islas llamadas de las Azores y Cabo Verde, de suerte que todas las islas y tierras firmes halladas o por hallar, desde esa línea hacia el oeste y sur, pertenezcan a los reyes de Castilla y León, con tal que no se hallen actualmente sujetas a ningún otro rey o príncipe cristiano..."
"Y en virtud de santa obediencia osmandamos que, así como lo prometéis y no dudamos lo cumpliréis por vuestra máxima devoción y regia magnanimidad, destinéis a las tierras e islas mencionadas varones probos y temerosos de Dios, doctos, instruidos y experimentados, para adoctrinar a los indígenas y moradores dichos en la fe católica o imbuirlos en las buenas costumbres"
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