A pesar de que el espontáneo candidato no había tenido tiempo para hacer la carrera de cargos necesaria para que se le pudiera entregar el mando de un ejército, el pueblo le apoyó calurosamente y el Senado tuvo el acierto de aceptar y confirmar su designación como comandante supremo con el rango de procónsul. Así fue enviad a Hispania al frente de las legiones que debían completar los efectivos que todavía se resistían al norte del Ebro.
En otoño del 210 llegó a Emporion el hijo del general que había muerto abrasado en una torre vigía. A partir de ahora lo llamaremos - para no confundir - Escipión el Africano, título que sus contemporáneos le dedicaron tras su victoria sobre Cartago.
El Africano llegó con el propretor Marco Julio Silano. Con ellos desembarcaron 16.000 hombres que, unidos a los que ya había en Hispania y a los auxiliares ibéricos, conformaron un ejército de 35.000 hombres.
Entretanto, los cartagineses tenían sus fuerzas dispersas por el país, bien por la rebeldía de los indígenas, bien porque confiaban en que los romanos tardarían en levantar cabeza tras el último descalabro.... pero los cartagineses estaban muy equivocados: Escipión el Africano venía con ganas de venganza.
Tras concentrar sus tropas en Tarraco, dedicó el invierno a entrenarlas cara a la próxima campaña rimaveral. En el 209, el ejército romano atravesó el Ebro y en 7 días llegaron a Cartago Nova. Fue una marcha increíble, de más de 70 km diarios con jornadas de 16 horas a pie de avance ininterrumpido. Al mismo tiempo, la flota comandada por Cayo Lelio, avanzaba paralela por la costa.
Finalmente Escipión dio la orden de atacar Cartago Nova por la muralla que miraba a tierra. Mientras los cartagineses concentraban sus tropas en aquel sector, la flota, aprovechando la bajamar, descargó sus efectivos por el lado desguarnecido de la ciudad. Escipión había contado a sus soldados que Neptuno le había mostrado, en sueños, la forma de hacerse con la plaza. Y así fue...
(CONTINUARÁ)
En otoño del 210 llegó a Emporion el hijo del general que había muerto abrasado en una torre vigía. A partir de ahora lo llamaremos - para no confundir - Escipión el Africano, título que sus contemporáneos le dedicaron tras su victoria sobre Cartago.
El Africano llegó con el propretor Marco Julio Silano. Con ellos desembarcaron 16.000 hombres que, unidos a los que ya había en Hispania y a los auxiliares ibéricos, conformaron un ejército de 35.000 hombres.
Entretanto, los cartagineses tenían sus fuerzas dispersas por el país, bien por la rebeldía de los indígenas, bien porque confiaban en que los romanos tardarían en levantar cabeza tras el último descalabro.... pero los cartagineses estaban muy equivocados: Escipión el Africano venía con ganas de venganza.
Tras concentrar sus tropas en Tarraco, dedicó el invierno a entrenarlas cara a la próxima campaña rimaveral. En el 209, el ejército romano atravesó el Ebro y en 7 días llegaron a Cartago Nova. Fue una marcha increíble, de más de 70 km diarios con jornadas de 16 horas a pie de avance ininterrumpido. Al mismo tiempo, la flota comandada por Cayo Lelio, avanzaba paralela por la costa.
Finalmente Escipión dio la orden de atacar Cartago Nova por la muralla que miraba a tierra. Mientras los cartagineses concentraban sus tropas en aquel sector, la flota, aprovechando la bajamar, descargó sus efectivos por el lado desguarnecido de la ciudad. Escipión había contado a sus soldados que Neptuno le había mostrado, en sueños, la forma de hacerse con la plaza. Y así fue...
(CONTINUARÁ)
No hay comentarios:
Publicar un comentario