22 nov 2013

EL GENERAL O'DONNELL Y SU UNIÓN LIBERAL

Durante la década moderada gobernaron a veces, alternando con el general Narváez, otros políticos moderados, destacándose en los últimos años de la misma el extremeño Juan Bravo Murillo, que cayó por su tendencia retrógrada, dejando establecido el Concordato con la Santa Sede.  Bravo Murillo dejó también decretada la adopción del sistema métrico decimal; aprobado el proyecto para el Canal de Isabel II, que abastecería a Madrid con las aguas del Lozoya; y emprendidas o anunciadas otras obras de mejoramiento económico y social.
Por estas fechas el célebre cura Merino asestó una terrible puñalada a la reina doña Isabel II, que no quedó muerta en el acto por haber tropezado en las ballenas de su corsé el acero del regicida. Conozcamos la anécdota:
Era el 2 de febrero de 1851.  Doña Isabel se disponía a ir al templo de Atocha para hacer presentación de su recién nacida hija, la infanta Isabel.  Se vio detenida en la escalera del Palacio por un sacerdote que hizo ademán de entregarle un papel, pero que le hundió en el pecho un puñal.  Al reo, preso en el acto, se le dio garrote, sin que declarara ni pudiera saberse cuál fue el móvil de aquel frustrado magnicidio.  Sólo se sabe que era sacerdote y se llamaba Martín Merino Gómez.
Sintiéndose generoso, el general Narváez autorizó la entrada del general Baldomero Espartero en España, y en 1850 dio una amnistía general.  Espartero, exiliado desde hacía cinco años, regresó de Inglaterra decidido a apartarse de las lides políticas, y se marchó a una casa de su propiedad en Logroño.  Pero el pueblo se cansó del Espadón de Loja (Narváez) y la joven soberana comenzó a perder las simpatías con que la miró el público desde el comienzo de su reinado. Incluso algunos exaltados clamaban por la república.  Por fin, el malestar produjo la caída de Narváez en agosto de 1851, y el clamor popular solicitó el regreso de Espartero al poder.
Cuando cayó Narváez, la reina no dudó en llamar a Espartero, pero éste se negó a formar parte del gobierno sin la cooperación de su antiguo adversario, el general Leopoldo O'Donnell, duque de Tetuán, que seguía en el destierro.
O'Donnell fue repatriado en 1854 y aceptó ser ministro del nuevo gabinete liberal de Espartero, que duraría dos años (el bienio liberal).
Y durante el año y medio que Espartero tardó en formar gobierno la sociedad española vivió con la amenaza de la revolución, sin más autoridad que la de San Miguel, general de las fuerzas armadas con destino en Madrid.
en 1852 presidió uno de los gabinetes don Luis José Sartorius, conde de San Luis, que se hizo impopular por su falta de moralidad, especialmente puesta de manifiesto en negocios turbios alrededor de las concesiones ferroviarias.  Este gobierno fue derribado a consecuencia de una sublevación militar que en 1854 se inició en la localidad de Vicálvaro (la Vicalvarada) por parte del general O'Donnell, y que, dando al país el Manifiesto del Manzanares, fue secundada por un alzamiento nacional.
Dicho manifiesto fue redactado por un joven periodista llamado Antonio Cánovas del Castillo, que tan gran papel había de representar años más tarde en la política española.  En tal programa se pedía el establecimiento de la Milicia Nacional, que el partido progresista consideraba como el sostén de sus gobiernos.
El Manifiesto del Manzanares fue la chispa que prendió la pólvora hacinada en todo el país, produciendo un levantamiento nacional.
La reina, cediendo al clamor popular, entregó las riendas del Estado a Espartero, que, asociado con O'Donnell, constituyó una situación minada desde un principio por el antagonismo entre ambos generales que, al cabo del bienio (1854-1856) produjo una crisis cuyo resultado fue la caída del partido progresista.
Espartero dejó el gobierno, siendo sustituido por la Unión Liberal dirigida por O'Donnell no sin que corriera la sangre por las turbulentas calles de Madrid, Galicia, Aragón y Cataluña.
En la Unión Liberal se agruparon valiosos elementos políticos de ideas que hoy consideraríamos "centristas".  La administración de este nuevo grupo político fomentó los intereses materiales del país, especialmente los de la Marina.
Y cuando tras otro breve paréntesis moderado de Narváez fue O'Donnell llamado de nuevo al gobierno por la reina Isabel, gobernó casi sin interrupción durante cinco años (1858-1863) con su partido, cuya organización y disciplina estuvo en manos del abogado asturiano José Posada Herrera, quien conocía muy bien los resortes de la política.
Merece destacarse el hecho de que durante este período se promulgó la Ley de Instrucción Pública, llamada Ley Moyano, del nombre de su autor (1857), que estaría vigente durante más de un siglo.

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