En 1516, cuando se encargó de la regencia de España, Cisneros tenía 85 años, y sin embargo gobernó con entereza, sabiduría y ecuanimidad hasta la llegada del príncipe heredero don Carlos, hijo de doña Juana la Loca y futuro Carlos V.
Inmediatamente Cisneros hizo proclamar a don Carlos como rey de España, aunque vivía su madre, doña Juana, que era, en justicia, la verdadera reina. Luego enfrentó duras campañas contra los nobles, siempre revoltosos, mal avenidos con su regencia.
Y como los magnates trataran de intimidarle, preguntándole con insolencia en virtud de qué poderes ejercía el mando del reino, Cisneros abrió el balcón del aposento en que se hallaba y les mostró un batallón de artillería formado en línea de combate, al tiempo que pronunciaba su histórica frase:
-¡Estos son mis poderes!
Luego, queriendo enfrentar a la nobleza, creó una milicia ciudadana llamada "gente de ordenanza", cuyo mando encomendó a uno de sus más fieles amigos, llamado Gil Regifo. Y esta milicia fue juntamente con las fuerzas organizadas por los Reyes Católicos, la base de los ejércitos permanentes.
Entretanto, el rey don Carlos se hallaba en Flandes, consumiendo allí todo el dinero que ahorraba el regente. Pero a la última demanda de dinero que hizo el joven príncipe, hubieron de contestar Cisneros y el Consejo de Castilla que:
"...En los meses en que V.A. se sienta en el trono, lleba ya gastado más que los Reyes Católicos, sus abuelos, durante los cuarenta años de su reinado."
Cisneros logró entregar incólume su reino al rey Carlos V si bien el sino de los grandes hombres es sembrar beneficios para cosechar ingratitudes. El nuevo soberano vino a España, desembarcando en Tazones (Asturias) en 1516. El anciano regente se puso en camino para recibirle; pero al llegar a Roa enfermó, falleciendo a los pocos días. El joven rey no se dignó a visitarle en su lecho de muerte. Se limitó don Carlos a dirigirle una fría carta en la que daba a Cisneros las gracias por sus servicios y le otorgaba licencia para que "se retirase a su diócesis a descansar y aguardar del Cielo la recompensa de sus merecimientos".
Parece ser que el efecto que le causó esta carta fue fulminante, si bien hay muchos que opinan que no llegó a leerla por llegar ésta demasiado tarde. Cisneros moría en Roa el 8 de noviembre de 1517.
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