En la persona de Carlos I se reunieron, de una parte, los reinos de Castilla, Aragón y Navarra, más el Rosellón, Cerdeña, Sicilia y Nápoles, posesiones de la corona aragonesa, y los nuevos territorios americanos recién descubiertos, cuya exploración y ocupación empezó en su tiempo en gran escala, como heredero de doña Isabel de Castilla y don Fernando de Aragón, sus abuelos maternos.
Y de otra parte, los Estados de la casa de Borgoña heredados de su padre don Felipe el Hermoso y que comprendían Flandes, los Países Bajos, el condado de Artois, Luxemburgo, el Franco-Condado y el de Charolais.
Como consecuencia de la incorporación de tan diversos territorios europeos bajo una sola cabeza, Francia quedó rodeada por las posesiones del Emperador y hubo de luchar encarnizadamente por legitimar sus fronteras.
El heredero de tan complejos Estados era un joven de 17 años, inteligente, ambicioso y audaz, imbuido por sus consejeros borgoñeses como Mercurio de Gattinara y aun españoles como el obispo Ruiz de la Mota, y por su propio carácter a realizar una gran obra política y ser el señor más poderoso de Europa.
Carlos I (1517-1556) nació en Gante, ciudad de Flandes, del matrimonio de doña Juana la Loca y don Felipe el Hermoso, archiduque de Austria y duque de Borgoña; por lo cual se da el nombre de Casa de Austria o de Borgoña a la dinastía entronizada en España con Felipe I.
La Casa de Austria trajo a la corte española, antes sencilla y accesible al pueblo, una etiqueta palaciega sumamente ceremoniosa y grave, en que el soberano cambió el tratamiento de Alteza, que hasta entonces había tenido por el de Majestad, que desde Carlos I llevan los reyes españoles.
También aparecieron en la corte de los reyes Austrias los llamados "bufones" o "truhanes" encargados de divertir a los cortesanos con sus chistes y agudezas, quedando algunos merecedores incluso de ser retratados por los grandes pintores de la época.
Entre los más célebres de estos grotescos personajes, muchos de los cuales eran enanos y multimillonarios, figuran Pablillos de Valladolid, Cristóbal de Permia, apodado "Barbarroja", y el Primo, que acompañaba siempre al conde duque de Olivares, favorito del rey Felipe IV.
El príncipe Carlos pasó toda su niñez y juventud en su país natal, encomendado a la tutela de su tía Margarita, gobernadora de los Países Bajos, que cuidó con gran esmero de su educación, eligiendo para ello sabios preceptores, a cuya cabeza figuró el sacerdote Adriano de Utrecht, deán de Lovaina, que más tarde fue papa con el nombre de Adriano V.
En sus estudios demostró el joven Carlos su gran inteligencia y al mismo tiempo gran valor y serenidad, según refieren las crónicas. Declarado mayor de edad a los 15 años, gobernó los Países Bajos, y al año siguiente, a la muerte de su abuelo Fernando el Católico, tomó el título de rey de España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario