Dice la leyenda que al ver llegar a los árabes, Pelayo y los suyos se refugiaron en una cueva, llamada Covadonga. Esta gruta, cuna veneranda de la nacionalidad española, se encuentra en la falda del monte Orandi, a cuyo pie corre el Deva. Su antiguo nombre fue el de Monte Asueva.
Trabado el combate, los accidentes del terreno, el denuedo de los españoles y una tempestad que sobrevino, favorecieron a los cristianos que alcanzaron una gran victoria sobre los "infieles". Ocurrió que los árabes no pudieron desplegar sus fuerzas: sus flechas rebotaban en los peñascos sin herir a los españoles, y una lluvia torrencial que sobrevino inesperadamente desgajó los torrentes de la montaña y desordenó las filas del enemigo. Y la que comenzó siendo batalla, terminó en una espantosa carnicería, pereciendo Alkama, con todos los suyos.
El ejército musulmán era infinitamente superior al cristiano en este primer combate, cuya importancia fue tal, que Pelayo y los suyos atribuyeron la victoria al milagro. De esta forma tomó la Reconquista desde el primer instante un pronunciado carácter de guerra de religión; y los que en ella contendían no se llamaban españoles e invasores, sino Moros y Cristianos. Un duelo a muerte de la Cruz contra la Media Luna. Recuérdese a este respecto que, según la tradición musulmana, Mahoma cortó una vez la Luna en dos mitades, escondiendo una en la manga de su traje; aunque más tarde tuvo a bien juntarla con el otro hemisferio, devolviendo a nuestro satélite su forma ordinaria. Y en memoria de tal portento -y puestos a mencionar hechos legendarios- de tal portento quedó la Media Luna como símbolo islámico.
A partir de tan memorable batalla, Covadonga se convirtió en glorioso símbolo de la Reconquista y de la independencia de España. tan célebre gruta se llamó en aquel tiempo Cova Sanctae Mariae. Su techo, que es inclinado y desigual, está formado por caprichosos dibujos de estalactitas eculares, y en uno de sus extremos se eleva una pequeña capilla consagrada a la Virgen. Por debajo de ella pasa un caudaloso torrente, que, brotando del interior de la cueva, sale de ella precipitándose sobre el valle y formando espumosas cascadas. En las paredes de la gruta se ven las tumbas de Pelayo y Alfonso I, abiertas en peña viva. Y encima de la cueva se alza, como una cúpula, la cumbre del monte Orandi.
Hacemos mención de toda esta mítica porque el lector podrá encontrar en entradas antiguas de este blog, mejores datos sobre la Reconquista y lo que verdaderamente ocurrió en Covadonga. Sólo tiene que buscar.
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