29 jul 2013

MAGALLANES Y ELCANO: LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO

La empresa comenzada por Juan Díaz de Solís fue continuada ya en el reinado de Carlos I por Fernando Magallanes, que descubrió el estrecho que lleva su nombre y, a través del Pacífico, llegó hasta la Insulandia.
Fernando de Magallanes era un noble portugués, culto y entendido en cosmografía, nacido en 1470. En su juventud asistió a la conquista de la península de Malaca y tomó parte principal en el descubrimiento de las islas de las Especias o Molucas.
Disgustado luego con su rey don Manuel el Afortunado, Magallanes pasó al servicio de España. Acto seguido firmó con el emperador Carlos I solemnes capitulaciones para la organización de una expedición que, después de encontrar un paso, llegase, navegando hacia el oeste, hasta las islas de las Especias.  Para esta empresa se asoció con el estrónomo Rui Faleiro y con don Cristóbal de Haro, rico comerciante de Amberes, que sufragó los gastos.  Después de vencer no pocas dificultades, entre ellas las intrigas del embajador portugués, la expedición salió de Sevilla, y luego de Sanlúcar, el 20 de septiembre de 1519, dirigiéndose a la América del Sur, en busca de algún paso o estrecho que comunicara el Atlántico y el mar descubierto por Vasco Núñez de Balboa.
Componían la flota cinco naves llamadas Santiago, San Antonio, Concepción, Trinidad y Victoria., e iban tripuladas por doscientos sesenta hombres de varias nacionalidades, pero principalmente españoles.
La nao Trinidad era la mayor, con 120 toneladas. Iba comandada por el almirante Magallanes. La Santiago era la más pequeña, con 75 toneladas. La Civtoria, única que concluyó el viaje, no tenia más de 85 toneladas, menos de la mitad que la Santa María de Colón.
La expedición de Magallanes llegó a Río de Janeiro y costeando reconoció el Río de la Plata, siguiendo hacia el sur hasta llegar al puerto de San Julián, donde Magallanes decidió invernar, después de reprimir enérgicamente una sublevación de los tripulantes que pedían volver a España.
tras la ruda invernada, continuó Magallanes su ruta hacia el sur, descubriendo el estrecho que lleva su nombre, y saliendo de nuevo al mar libre, que el navegante llamó por primera vez océano "Pacífico", sin duda en alusión a las tormentosas corrientes y calamidades del antedicho estrecho, donde perdió dos de las naves, la Santiago, que se estrelló contra la costa, y la San Antono, que comandada por un sobrino de Magallanes, huyó hacia España pues su tripulación no pudo resistir el miedo a naufragar en aquellas complicadas aguas.  Esto ocurría a finales de 1520.
Después de tres meses de larga y penosa navegación, llegaron los intrépidos navegantes a unas islas que llamaron de los Ladrones (las islas Marianas), porque sus naturales, que fueron a los buques sin temor alguno, se llevaban cuanto podían y hasta robaron uno de los botes, que luego fue recuperado, castigando Magallanes a los ladrones con sumo rigor.
Unos días más tarde prosiguieron su interrumpido viaje y arribaron a las islas de San Lázaro (Filipinas), donde Magallanes trabó relaciones con los indígenas, llegando incluso algunos, como el rey Cebú, a declararse vasallos del rey de España.
El día 21 de abril de 1521, al desembarcar en el islote Mactan, cercano a Cebú, Magallanes con algunos de los suyos fueron atacados por los indígenas, muriendo en la lucha el propio almirante.  El sucesor de Magallanes en el mando de la flota, Duarte Barbosa, cayó también poco después.   Juan Carvallo, designado como nuevo jefe, ante la escasez de tripulantes juzgó necesario desmantelar una de las naves, la Concepción, que fue quemada por inútil junto a la isla de Bohol.
Las dos naves restantes, Trinidad y Victoria, siguieron su ruta hasta llegar a las Molucas, donde cargaron de especias las bodegas y luego pusieron rumbo a España.  Pero la Trinidad no consiguió llegar a su destino. Habiendo perecido gran parte de su tripulación, tuvo que regresar a las Molucas, donde sus tripulantes fueron apresados por los portugueses y la carga de la nave confiscada. Sólo cuatro de aquéllos, después de años de cautiverio, consiguieron regresar a España.
La nave Victoria, mandada por el marino vasco Juan Sebastián Elcano, siguiendo la ruta de los portugueses hacia la India, y de allí costeando el continente africano, llegó a la isla de Santiago, del grupo de Cabo Verde, posesión de Portugal.
Ocurrió, sin embargo, que cuando el contador Martín Méndez y doce marineros que le acompañaban en una chalupa se acercaron a dicha isla en busca de socorro y víveres, les apresaron los portugueses, teniendo la Victoria que levar anclas apresuradamente para no correr la misma suerte.
Por fin, después de una ausencia de cerca de tres años, la Victoria arribó a Sanlúcar el 6 de septiembre de 1522, demostrando la esfericidad del globo terráqueo.
Carlos V recibió solemnemente en su corte a los heroicos marinos. A Juan Sebastián Elcano le ennobleció concediéndole como escudo un globo terráqueo, orlado con la leyenda: "Primus circumdedisti me", y otorgándole, además, un premio vitalicio de quinientos ducados de oro anuales.

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