11 dic 2012

LOS CARTAGINESES CONQUISTAN LA PENÍNSULA IBÉRICA (III)

Asdrúbal se casó con la hija de un rey íbero y fue proclamado por todos los íberos general plenipotenciario, según cuenta Diodoro.  Este matrimonio, como después el de Aníbal con una joven de Cástulo llamada Himilce, convirtió a los dos Bárquidas en auténticos reyes y caudillos nacionales.  Es probable que Asdrúbal aspirase a ser un verdadero rey en Cartago, pues de hecho lo era en la Península Ibérica, por su matrimonio y por la proclamación íbera.  Concentraba en sus manos todo el poder civil, militar y, posiblemente, incluso estaba divinizado en vida, como parece indicarse en las monedas de la época.  Los Bárquidas tenían, sin duda, por modelos en su actuación política no sólo a los Diádocos, sino al propio Alejandro Magno.  La oposición de un gran partido en Cartago a la política imperialista emprendida por los Bárquidas después del desastre de la Primera Guerra Púnica es muy probable; a ella aluden diferentes autores.  De hecho Amilcar luchó contra la oposición antes de su desembarco en Gades.  La última acusación que le hace Fabio, también parece tener visos de probabilidad, de que gobernó la Península Ibérica con una absoluta independencia del senado cartaginés.  Su poder estaba cimentado en el ejército de 60.000 infantes, 6.000 jinetes y 200 elefantes, y en el matrimonio con la hija de un régulo indígena.
Bajo el gobierno de Asdrúbal, la conquista de la Península Ibérica avanzó en extensión.  Sometió a doce ciudades rebeldes, y finalmente todas las de Iberia, lo que es una evidente exageración de Diodoro, pues la verdadera penetración hacia el interior es obra de Aníbal y no de Asdrúbal.  Su dominio se extendió desde el Atlántico hasta el Ebro.
Siguió la política de su suegro de establecer colonias, fundó Cartago Nova, y otra segunda ciudad hoy desconocida.  La elección de Cartago Nova fue un rotundo acierto.  Era el mejor puerto natural de toda la costa ibérica, estaba relativamente cerca de África y de Cartago, y resultaba fácilmente defendible.  En sus proximidades se encontraban las mejores minas de plata de todo el Mundo Antiguo.  Su descubridor, Aletes, recibió por ello honores divinos.  En sus cercanías había salazones, sal para las conservas y esparto para la industria naval.  Ya el solo nombre de Cartago Nova indicaba descaradamente el reto que se pergeñaba en la mente de Asdrúbal, quien pretendía desplazar el eje político cartaginés del norte de África al sur de la Península Ibérica.  Era la nueva ciudad el Imperio creado por los Bárquidas, en la que Asdrúbal levanto incuso su residencia, un destacado y bello palacio.

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