15 ago 2016

EL MOTÍN DE ESQUILACHE (IV)

¿Fue víctima la plebe de la influencia de los poderosos?  Existe suma oscuridad para contestar a esta pregunta, pero cabe afirmar que no hubo una oposición concertada, pues de haberla habido, el motín se hubiera convertido en revolución.  Olvidemos la explicación tópica y de ninguna manera probatoria: las capas y los sombreros resultan anecdóticos y poco profundos como motivo de una rebelión.  Analicemos, por ejemplo, el odio del madrileño hacia los extranjeros.  Es un argumento también muy explotado, y que en ningún caso pudo representar otra cosa que una circunstancia propicia para el desarrollo de los acontecimientos.  Los hechos materiales, sin duda, tienen un claro sabor popular.   A primera vista, parecería existir una oposición capaz de arles una expresión política:

El Inglés impertinente,
El Portugués arrogante,
El Italiano puyante, 
Y el Argelino insolente; 
Los Holandeses muy ricos, 
Los Franceses con ozicos, 
El Marruecos en algo media, 
Y todo eso lo remedia
El sombrero de tres picos.
Que estén las Indias rendidas,
Los pueblos abandonados, 
Los lugares despoblados,
Las letras y armas perdidas,
Las plazas desguarnecidas,
Y otros con lo que hurtan ricos,
Todos son estorbos chicos, 
Lo que sólo importa es
Que anden con cabriolés
Y sombreros de tres picos.

Cabe pensar que en estos versos se comentan opiniones que sólo se sabían en los medios políticos bien informados.  Pero no son suficientes este y otros testimonios aducidos para probar un complot nobiliario o eclesiástico.  Máxime, si tenemos en cuenta la variedad ideológica del contenido de los panfletos, como éste, netamente anticlerical:

Clérigos que sobran sobran,
Aya menos ordenados
Y no le faltarán al Rey soldados.
Mucho fraile es mucho fraile;
siendo los conventos menos
Serán pocos y más buenos.
Un abate es un abate;
mas si en Palacio se mete
Es espía y alcahuete.

El informe llevado al rey por el presidiario Avendaño habla de múltiples descontentos; prueba las múltiples plumas de las que pudo salir.  Estos mismos descontentos masivos dan al motín complejidad y  fuerza: evasión del oro, tesoro vacío, Imperio perdido, quejas fiscales, reformas urbanas, despidos administrativos, incidentes mortales en fiestas oficiales (23 muertos en la boda real), decepciones militares y diplomáticas, crisis agrícola, hundimiento de la ganadería, asunto de los sombreros....

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