Después de decretarse la libertad de comercio, de las mercancías que enviaban de España a América, aproximadamente la mitad eran de origen español. Hay documentación que refleja el espanto, la incomprensión, la furia y la envidia que provoca en las naciones europeas, acostumbradas a que España se hubiese convertido en una fuente fácl de ingresos para ellas. He aquí una ilustrativa queja de los gobernadores de Nîmes, de 1790:
"Desde que la Corte de España ha adoptado un sistema que parece tan contrario a sus verdaderos intereses como al carácter de su pueblo; desde que con una población esasa y casi sin agricultura, ambiciionando apoderarse de todas las manufacturas y de proveer sola las mercancías para el consumo inmenso de sus colonias, ha esperado vencer todos los obstáculos por medio de la prohibición rigurosa de todos los productos de fabricación extranjer, la rama principal de la fábrica de medias de seda de Nîmes ha desaparecido y con ella el bienestar de una población numerosa cuyos brazos ocupaba en las ciudades y en los campos"
En este mismo sentido se expresaban los ingleses y otras naciones, que miran con envidia el lucrativo comercio español. Este periodo, que termina en 1789 es, pues, de grandes realizaciones ne lo que se refiere a la producción manufacturada y a la actividad mercantil. Sin embargo, no ocurre otro tanto en el sector agrario.
Quien se beneficia de todo esto es una burguesía que aumenta su importancia económica, a la vez que crece la población en estos núcleos periféricos. Estos burgueses comenzarán a influir social y políticamente, aunque fueron incapaces de llevar a fondo las transformaciones que se requerían. El cuadro positivo que representó esta libertad de comrcio pronto empezó a tambalearse. La inflación de la última décad del siglo XVIII, las guerras con Francia e Inglaterra, la crisis de subsistencias, los problemas financieros, las crisis comerciales y otra serie de fonómenos intervendrán en la interrupción del comercio de Indias.
"Desde que la Corte de España ha adoptado un sistema que parece tan contrario a sus verdaderos intereses como al carácter de su pueblo; desde que con una población esasa y casi sin agricultura, ambiciionando apoderarse de todas las manufacturas y de proveer sola las mercancías para el consumo inmenso de sus colonias, ha esperado vencer todos los obstáculos por medio de la prohibición rigurosa de todos los productos de fabricación extranjer, la rama principal de la fábrica de medias de seda de Nîmes ha desaparecido y con ella el bienestar de una población numerosa cuyos brazos ocupaba en las ciudades y en los campos"
En este mismo sentido se expresaban los ingleses y otras naciones, que miran con envidia el lucrativo comercio español. Este periodo, que termina en 1789 es, pues, de grandes realizaciones ne lo que se refiere a la producción manufacturada y a la actividad mercantil. Sin embargo, no ocurre otro tanto en el sector agrario.
Quien se beneficia de todo esto es una burguesía que aumenta su importancia económica, a la vez que crece la población en estos núcleos periféricos. Estos burgueses comenzarán a influir social y políticamente, aunque fueron incapaces de llevar a fondo las transformaciones que se requerían. El cuadro positivo que representó esta libertad de comrcio pronto empezó a tambalearse. La inflación de la última décad del siglo XVIII, las guerras con Francia e Inglaterra, la crisis de subsistencias, los problemas financieros, las crisis comerciales y otra serie de fonómenos intervendrán en la interrupción del comercio de Indias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario