El cuestor C. Plaucio, sustituto de Vetelio, se refugió en Carteia y pidió auxilio al ejército de la Citerior. Viriato también los derrotó. Durante el año 146 el lusitano recorrió la meseta central buscando, al parecer, aliados entre los demás pueblos hispanos. Plaucio, que le seguía, sufrió dos serias derrotas, una en Carpetania y otra en el llamado "Monte de Venus", localizado, según se cree, entre Toledo y Madrid. Los éxitos de Viriato se sucedieron desde este momento ininterrumpidamente, merced a su guerra de "guerrillas" - emboscadas. Aquel mismo año venció al gobernador de la Citerior y al siguiente al sucesor del mismo.
En Roma se decidió enviar a Hispania a uno de los cónsules, cuyo mandato anual se prolongaría en un año más en calidad de procónsul. El consulado se le entregó a Quinto Fabio Máximo Emiliano, hermano de Escipión Emiliano; la pretura a Cayo Lelio, íntimo amigo suyo. El ejército que recibieron, además de contar solamente con el 50% de sus efectivos normales, estaba compuesto por soldados bisoños. Al parecer se trataba de una medida de prudencia tomada por un sector del partido belicista, que temía que Escipión Emiliano diese un golpe de Estado y se erigiese en dictador, en caso de contar con buenas tropas.
Los primeros encuentros con Viriato constituyeron un soberbio fracaso para Roma. En consecuencia, el general decidió no salir al campo hasta haber entrenado suficientemente a sus soldados. Cuando los juzgó bien formados, unió sus tropas a las de Lelio y derrotó a Viriato, quien tuvo que retirarse hacia el este buscando los pasos de Despeñaperros (año 144). Los lusitanos fijaron su base de operaciones en Bécula (Bailén). Desde allí Viriato realizó frecuentes incursiones por el valle del Betis, la Bastetania y la meseta central, causando a los romanos una derrota tras otra. Desde Bécula, trasladó su cuartel general a Tucci (Martos, Jaén). SImultánemente, los celtíberos se alzaron en armas por su cuenta contra los romanos, estimulados por los éxistos de Viriato, el cual, sin embargo, no logró coordinar a lusitanos y celtíberos en una acción común contra Roma.
El año 141 llega a Hispania el cónsul Quinto Fabio Máximo Serviliano, miembro también de la familia de los Escipiones. Viriato lo derrotó y logró incluso atacar el campamento romano. Pero, falto de tropas, se retiró a Lusitania. Mientras, Serviliano se dedicó a castigar las ciudades que habían apoyado a Viriato antes de marchar a Lusitania persiguiendo de cerca a Viriato mismo. Mas en el camino cayeron sobre su ejército unos grupos de guerrilleros que nada tenían que ver con Viriato, que por sus nombres se nos antojan más bien dos desertores del ejército romano. Serviliano perdió toda su impedimenta y tuvo que retirarse para seguir castigando a otras muchas ciudades que habían sido adictas al lusitano.
Pero en tan decisivas circunstancias ocurrió algo absolutamente inesperado...
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En Roma se decidió enviar a Hispania a uno de los cónsules, cuyo mandato anual se prolongaría en un año más en calidad de procónsul. El consulado se le entregó a Quinto Fabio Máximo Emiliano, hermano de Escipión Emiliano; la pretura a Cayo Lelio, íntimo amigo suyo. El ejército que recibieron, además de contar solamente con el 50% de sus efectivos normales, estaba compuesto por soldados bisoños. Al parecer se trataba de una medida de prudencia tomada por un sector del partido belicista, que temía que Escipión Emiliano diese un golpe de Estado y se erigiese en dictador, en caso de contar con buenas tropas.
Los primeros encuentros con Viriato constituyeron un soberbio fracaso para Roma. En consecuencia, el general decidió no salir al campo hasta haber entrenado suficientemente a sus soldados. Cuando los juzgó bien formados, unió sus tropas a las de Lelio y derrotó a Viriato, quien tuvo que retirarse hacia el este buscando los pasos de Despeñaperros (año 144). Los lusitanos fijaron su base de operaciones en Bécula (Bailén). Desde allí Viriato realizó frecuentes incursiones por el valle del Betis, la Bastetania y la meseta central, causando a los romanos una derrota tras otra. Desde Bécula, trasladó su cuartel general a Tucci (Martos, Jaén). SImultánemente, los celtíberos se alzaron en armas por su cuenta contra los romanos, estimulados por los éxistos de Viriato, el cual, sin embargo, no logró coordinar a lusitanos y celtíberos en una acción común contra Roma.
El año 141 llega a Hispania el cónsul Quinto Fabio Máximo Serviliano, miembro también de la familia de los Escipiones. Viriato lo derrotó y logró incluso atacar el campamento romano. Pero, falto de tropas, se retiró a Lusitania. Mientras, Serviliano se dedicó a castigar las ciudades que habían apoyado a Viriato antes de marchar a Lusitania persiguiendo de cerca a Viriato mismo. Mas en el camino cayeron sobre su ejército unos grupos de guerrilleros que nada tenían que ver con Viriato, que por sus nombres se nos antojan más bien dos desertores del ejército romano. Serviliano perdió toda su impedimenta y tuvo que retirarse para seguir castigando a otras muchas ciudades que habían sido adictas al lusitano.
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