En el año 152 se hicieron cargo de la situación dos nuevos personajes, el cónsul M. Claudio Marcelo, para la Citerior, y el preor Marco Atilio, para la Ulterior. Marcelo, hombre experimentado en la guerra y en la política, inició su campaña con la reconquista del valle del Jalón, dirigiéndose directamente a Ocilis. El trato que dio a la ciudad fue tan generoso que no tardaron en llegar emisarios de otras ciudades dispuestos a someterse, entre ellas Negóbriga (Calatorao). Al parecer, la gente joven de esta ciudad no estaba muy de acuerdo con los planes de sus aut0ridades, por lo que se decidieron a actuar por su cuenta, llegando a atacar el mismo campamento romano. Marcelo, considerando que los nertobriguenses le habían traicionado, asedió la ciudad. Pero la población responsable no deseaba un enfrentamiento con los romanos. Por eso no tardaron en enviar a Marcelo un hombre cubierto con una piel de lobo, distintivo que solían usar los mensajeros celtíberos. Marcelo aceptó concluir la paz con Negóbriga, a condición de que sus ciudadanos mediaran ante las demás tribus insumisas del duero para que iniciaran negociaciones con los romanos.
Casi todos los arévacos estuvieron de acuerdo con cerrar un tratado en términos semejantes a los firmados antaño con Graco. Sólo algunas ciudades exigieron, además, garantías más firmes para el futuro. Ante el desacuerdo existente, Marcelo propuso que cada uno de los partidos en que se había escindido la opinión de los celtíberos enviara embajadores a Roma, para negociar directamente con el Senado. Mientras llegaba la respuesta, todas las partes se comprometían a respetar un armisticio.
Los embajadores, a quienes acompañaron unos mensajeros de Marcelo llevando una carta del cónsul para el Senado, en la que recomendaba que se optara por una solución pacífica, llegaron a Roma. El Senado, después de oírlos, sometió la cuestión a deliberación secreta.
¿Cuál fue la respuesta del Senado?: Le dijeron a Marcelo que continuase con la guerra. ¿Quiere el lector saber por qué? En la próxima entrada.
(CONTINUARÁ)
Casi todos los arévacos estuvieron de acuerdo con cerrar un tratado en términos semejantes a los firmados antaño con Graco. Sólo algunas ciudades exigieron, además, garantías más firmes para el futuro. Ante el desacuerdo existente, Marcelo propuso que cada uno de los partidos en que se había escindido la opinión de los celtíberos enviara embajadores a Roma, para negociar directamente con el Senado. Mientras llegaba la respuesta, todas las partes se comprometían a respetar un armisticio.
Los embajadores, a quienes acompañaron unos mensajeros de Marcelo llevando una carta del cónsul para el Senado, en la que recomendaba que se optara por una solución pacífica, llegaron a Roma. El Senado, después de oírlos, sometió la cuestión a deliberación secreta.
¿Cuál fue la respuesta del Senado?: Le dijeron a Marcelo que continuase con la guerra. ¿Quiere el lector saber por qué? En la próxima entrada.
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