9 sept 2013

PRIMEROS ALTIBAJOS DEL GOBIERNO FILIPINO

Después de tan larga lucha contra Francia, la situación del reino se presentaba amenazadora desde el punto de vista económico.  Se había hecho todo lo posible para solucionar tal problema, vendiéndose títulos nobiliarios y jurisdicciones perpetuas.
Llegó la cosa a tal extremo que la Real Hacienda se apoderó del dinero de particulares que llegaba del Nuevo Mundo, sin que valieran para nada las protestas formuladas por las Cortes de Valladolid, primeras que hubo en este reinado, y también por las de Toledo, que se celebraron más tarde.
A las peticiones de las Cortes contestaba siempre el rey con fórmulas desdeñosas o evasivas.
-Por ahora no conviene que en esto se haga novedad -solía contestar.
Esta venalidad de los cargos públicos se hizo costumbre, y de ella dijo Quevedo:

Perpetuos se venden
oficios, gobiernos;
que es dar a las villas
ladrones eternos.

Lo mismo quiso dar a entender, sin duda, el cronista González Dávila al afirmar:

-El rey se ha visto precisado a pedir limosna.

Fue entonces cuando, buscando y proponiendo remedios empíricos y muchas veces absurdos para salir de tan angustiosa situación económica, surgieron los "arbitraristas".
Por su parte, los procuradores de las Cortes pedían al rey Felipe II:
"Suplicamos a V.M. que de aquí en adelante no mande tomar ni tome el oro y plata que viene de las Indias para los mercaderes, y que se dé libremente a sus dueños, y que lo tomado se devuelva."
Pero todo resultaba inútil.
Sin embargo, a pesar de la penuria del Tesoro se llevaron a cabo por aquel entonces dos expediciones a Berbería.
En la primera se apoderaron los soldados españoles de la isla de los Gelves, en 1560, donde anteriormente ya se había sufrido una derrota.  En la segunda expedición se recuperó el Peñón de la Gomera, perdido algunos años antes.  Las operaciones fueron dirigidas por el ilustre marino don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz.  Para terminar con la piratería de Marruecos, cerró la desembocadura del río Martín, sumergiendo en sus agua dos bergantines cargados de piedra.  De esta forma, el comercio marítimo de Tetuán quedó completamente arruinado.
Paralelamente a estas expediciones, se realizaba por aquel entonces, bajo la dirección del íntegro y humanitario López de Legazpi y bajo el asesoramiento del fraile cosmógrafo Andrés de Urdaneta, la conquista y anexión de las islas oceánicas de San Lorenzo.
Esas islas, bautizadas por su descubridor Magallanes con el nombre de San Lorenzo, recibieron luego el nombre de Filipinas en honor a Felipe II.
También pueden citarse entre las exploraciones y conquistas más importantes la colonización de los territorios del Río de la Plata y la fundación definitiva de la ciudad de Buenos Aires por Juan de Garay.  Los territorios colonizados se dividían en grandes circunscripciones, llamadas virreinatos.  Sus gobiernos, durante el reinado de Felipe II, funcionaron con toda normalidad.

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