6 mar 2013

LEYENDA DE LOS SIETE INFANTES DE LARA (II)

Algo más humano que el malvado y pérfido Ruy Velázquez fue el valido del rey moro, Almanzor, que actuaba por éste en todo.  Y lo que hizo, después de romper en pedazos la carta, fue limitarse a encerrar en una mazmorra al portador de la infame misiva, con la intención de que allí quedara de por vida.
Esto le permitió al moro responder al malvado señor de Villarén, mintiendo a medias:

"...Ya no volverá a molestaros nunca más la vista de vuestro enemigo, pues vuestros deseos se han cumplido..."

Así quedó realizada la primera parte del diabólico plan ideado por doña Lambra.  Pero faltaba la segunda.  Esta consistió en decirles a los siete infantes:

-Vuestro padre ha sido asesinado por el rey moro de Córdoba, y tanta es la indignación de mi esposo, Ruy Velázquez, que él mismo se ofrece a ir con vosotros en la guerra que es necesario declararle, para vengar la muerte del buen Gonzalo Bustos.

todo se hizo como se había planeado.  Mas el fingido señor de Villarén dio parte secretamente al rey moro de que él retiraría sus fuerzas a poco de comenzar la batalla, dejando solos a los siete infantes con los pocos amigos fieles, cuya resistencia poco podía durar.
Ruy Velázquez, señor de Villarén, se había convertido por tanto en el más vil traidor, deshonra de caballeros y de militantes de un ejército cristiano.
Los siete infantes de Lara lucharon heroicamente a pesar de la infame celada de que habían sido víctimas.  Pero aunque vendieron caras sus vidas no quedó ni uno solo de ellos para contarlo.  Las siete cabezas fueron cortadas por los moros y enviadas como trofeo de guerra a Almanzor.
Y se cuenta que puestas en unas fuentes de plata, como otros tantos platos más, fueron servidas al desdichado Gonzalo Bustos en un banquete dado en su honor por el rey de Córdoba, quien, compadecido al fin del preso, al ver que su inmenso dolor degeneraba en locura, siempre mirada con religioso respeto por los árabes, le dijo:

-Quedáis en libertad "gracias a las súplicas de mi hermana".

De esta hermosa mujer se dice que Gonzalo Bustos tuvo un hijo llamado Mudarra González, principio y fundador de un linaje nobilísimo en España: los Manriques.
Y este famoso Mudarra fue quien después vengó la muerte de los siete infantes de Lara, matando al infame Ruy Velázquez.
El señor duque de Rivas, en su "Moro Expósito", reprodujo esta antigua tradición, exhibiendo documentos que prueban haber sido cierto el trágico fin de los infantes de Lara.  No obstante, es obvio que hay que distinguir lo que en dicha leyenda pueda haber de original y primitivo, de lo que han sido indudables adiciones posteriores.

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