La dominación visigoda planteó en España un grave problema religioso, pues los visigodos, aunque cristianos desde antes de su llegada a Espña, habían adoptado la "herejía" arriana, mientras que los hispanorromanos seguían fieles a la cristiana.
Recordemos que el arrianismo recibe su nombre por haber sido fundado y sostenido por Arrio, sacerdote de Alejandría (280-336). Este teólogo renovó con fortuna, merced a su elocuencia, los errores de Sabelio y Pablo de Samosata relativos al dogma de la Trinidad, sosteniendo que Jesucristo sólo era hijo de Dios por adopción, mas no por naturaleza; esto es, negando la consustancialidad del Padre y del Hijo. Fue el Concilio de Nicea el que declaró este dogma como herejía (y, por cierto, de las discusiones mantenidas vino la expresión tan nuestra "se armó la de Dios es Cristo").
El obispo Ulfilas, uno de los discípulos de Arrio y el primero que predicó el Evangelio entre los godos y otros pueblos bárbaros en el Imperio de Oriente, les imbuyó en esta doctrina, que, condenada como ya hemos dicho en Nicea, desapareció en el siglo VII para renacer en la época del Protestantismo con Miguel Servet.
A Eurico le sucedió su hijo Alarico, al que algunos historiadores dan el nombre de Alarico II, considerando como primero al antecesor de Ataulfo. Pero como dicho príncipe no pisó nuestro territorio, no puede figurar en la cronología de los reyes de España.
Alarico (484-507), que profesaba el credo arriano, murió, derrotado en la batalla de Vouillé, cerca de Potiers, luchando contra el rey franco Clodoveo, defensor del catolicismo. Por causa de esta derrota los visigodos perdieron los dominios de las Galias, que pasaron a ser dominio de sus vecinos los francos, a excepción de la Septimania, con Narbona como capital. Desde este episodio el reino visigodo de Tolosa (Toulouse) se convirtió en un reino visigodo genuinamente español.
Mas, si desgraciado en las armas, fue Alarico insigne en las letras, pues dio a luz un nuevo cuerpo de leyes, conocido como Código de Alarico o Breviario de Aniano, y que está fundado sobre la base del derecho romano, por lo cual se llama también Lex Romanorum Visigothorum.
De esta forma hubo desde entonces en la España visigoda dos legislaciones distintas, una para la raza dominadora y otra para el pueblo sometido. A causa de esto se conoce tal periodo en nuestra historia jurídica bajo el nombre de Legislación de castas.
El Breviario de Aniano (Aniano era el notario mayor de Alarico), que fue consultado antes de su promulgación con los obispos católicos en representación del elemento hispano-latino, corrió la misma suerte que el Código de Eurico y otros muchos documentados en la Edad Media, pues los monjes, a fin de aprovechar las vitelas para copiar obras eclesiásticas, escribían éstas sobre aquéllas (palimpsestos).
En 1887 el sabio paleógrafo Ber encontró en el archivo de la catedral de León un palimsesto que contenía como primitiva escritura el Código de Alarico o Breviaro de Aniano. Este precioso documento, que es la escritura más antigua de España y el único ejemplar de primer código llegado a nosotros, fue publicado en 1896 por la Academia de la Historia.
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