La cultura castreña se desarrolló en un marco geográfico bastante bien definido aunque con límites muy discutidos en las zonas oriental y sureña. En esencia, la cultura castreña comprendería la actual área de Galicia, el Norte de Portugal y la parte occidental de Asturias hasta el Navia. en contra delo que afirman algunos autores, no existe un área de influencia de la cultura castreña en León, Zamora y Salamanca, ya que no aparecen elementos laros que nos permitan hablar de una expansión del Noroeste hacia estos territorios. En cuanto al ámbito temporal, las últimas investigaciones revelan cómo, ya a partir del Bronce Final, comienzan a habitarse los castros. hoy en día se cuenta con dataciones radiocarbónicas que muestran cómo, a partir del siglo VII a.C., en castros como los de A Graña y Torroso aparecen los primeros vestigios de ocupación.
Pero los momentos claves de esta cultura corresponden a los tiempos en los que Galicia entra a formar parte de la órbita del Imperio romano es entonces cuando los castros muestran un gran desarrollo, cuando aparece un gran urbanismo y cuando la estatutaria y la decoración arquitectónica tienen su máxima expresión. Por todo lo expuesto, denominaciones utilizadas en algunas ocasiones como las de civilización céltica para referirse a la cultura castreña o considerar que los castros pertenecen exclusivamente a la Edad del Hierro no se pueden tomar hoy en cierta consideración.
Los castros, recintos fortificados construidos en alturas variables y de diferente tipología, en función de su emplazamiento y destino, experimentaron una evolución desde las primeras ocupaciones en el Bronce Final hasta las grandes transformaciones habidas a partir de la conquista romana.
A las primeras construcciones, realizadas con materiales perecederos, que nos dan el modelo más antiguo de planta circular propio del Noroeste, suceden en el tiempo la petrificación, primero de las construccionees y después la utilización de construcciones rectangulares, con esquinales redondeados o no, que coexistían con el modelo anterior y que sin duda, corresponden a la época romana.
E los castros más antiguos no ese aprecia una clara organización de las construcciones, que aparecen dispuestas por la superficie del castro sin una ordenación definida. Sera a partir de los contactos con Roma cuando se aprecien transformaciones sustanciales en los poblados, tanto en su organización como en la utilización de la piedra para las murallas y las viviendas como en la complejidad de las edificaciones.
A partir de la época de Augusto y en los periodos siguientes, se puede hablar de la existencia de un claro urbanismo en los castros galaico-portugueses. Este urbanismo se manifiesta en las grandes murallas de piedra, como las de San Cibrán de Lás, en la existencia de calles y plazas empedradas, como en las citanias de Briteiros y Monte Mozinho, y en la construcción de aljibes, como en Elviña.
Al lado de esto, las construcciones aparecen agrupadas en conjuntos de varias edificaciones y de distinta tipología que obedecen, sin duda, a la diferente función que tendrían para los habitantes de esa zona: vivienda, almacén, etc...
Y formando parte de las casas castreñas hay un gran número de piedras decoradas de distinta funcionalidad, como jambas y dinteles, frisos o piedras para amarrar el ganado. Todas ellas poseen una decoración muy variada:sogueados, esvásticas, rosetas, helicoidales, triskeles y múltiples combinaciones.
Sobre el origen de los motivos hay diversas interpretaciones, que van desde una procedencia mediterránea hasta una derivación de la ornamentación existente en la cerámica y en la orfebrería castreña. En su inmensa mayoría pertenecen al ámbito meridional de la cultura castreña y su cronología corresponde al siglo I.
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