Al no poder asegurar la ruta de las Indias reprimiendo a los ingleses en su país, se optó por defender América y hacer inexpugnables los convoyes que transportaban a España la plata de las Indias. España envió a América a sus mejores técnicos en fortificaciones, y al poco tiempo los mayores pertos ya estaban perfectamente defendidos. Se establecieron en ellos guarniciones regulares. Se mejoraron y aumentaron las escuadras de guardacostas y se creó la Escuadra de Barlovento, con la misión secreta de patrullar en aguas del Caribe. Los convoyes del tesoro fueron dotados de escuadras de rápidas fragatas, encargadas de poner en fuga a cualquier asaltante.
Los ingleses, en cuya escuadra se había declarado una epidemia de tifus que les hizo perder una cantidad importante de vidas humanas (de hecho comparable a las perdidas por los españoles) creyeron que sería fácil atacar a Felipe II en su propio territorio. Isabel autorizó una invasión de Portugal, destinada a sentar en el trono al prior de Crato. En la primavera de 1589 Drake sacó su escuadra de Plymouth, saqueó La Coruña y desembarcó sus gentes en las cercanías de Lisboa. Las tropas del regente, el cardenal-infante don Alberto, los acuchillaron sin piedad. Los pocos supervivientes no tuvieron más remedio que reembarcar y regresar a todo trapo a Inglaterra. Entonces concentraron sus esfuerzos en atacar a las flotas de Indias, pero la reorganizada escuadra española no dejaba ahora rendijas en su defensa. En 1590, Hawkins regresó de vacío a Inglaterra. Al año siguiente, Howard se lanzó contra la flota a la altura de las Azores, donde estaba acechando su paso. La reacción española puso en fuga al almirante inglés y capturó uno de sus barcos, el "Revenge", que serviría de modelo a los ingenieros navales españoles para diseñar nuevos buques. 1592 presenció otra derrota inglesa. En 1594, Drake atacó las islas Canarias; pero se le rechazó enérgicamente. Algunos de sus hombres quedaron prisioneros, y por ellos se supo el verdadero objetivo de Drake: Panamá. Las tropas de Tierra Firme fueron avisadas. Cuando Drake y Hawkins se presentaron en aguas americanas, ambos fueron derrotados en Puerto Rico con graves pérdidas. Hawkins murió y nuevos fracasos jalonaron la ruta de Drake hasta Panamá, donde Diego Suárez derrotó nuevamente a sus gentes. Finalmente, derrotado también en Portobelo, Drake enfermó y murió desesperado. De las 30 naves que habían salido de Inglaterra, sólo cinco pudieron regresar a la metrópoli.
Todavía planeó Felipe II una nueva invasión de Inglaterra cuando en 1596 Howard atacó Cádiz, ocupó la ciudad durante unos días y tuvo que retirarse con las manos vacías. Ahora Felipe demostró más prudencia que en su primer intento. Calais había caído en manos españolas y por tanto ya tenían el puerto que necesitaban para abordar la invasión de Inglaterra. La nueva flota, casi del mismo volumen que la de 1588, constituía la más convincente demostración de la recuperación naval española.
Pero unos vientos contrarios del noroeste la dispersaron. Fue ésta la última flota que Felipe II envió contra sus enemigos "herejes".
Los ingleses, en cuya escuadra se había declarado una epidemia de tifus que les hizo perder una cantidad importante de vidas humanas (de hecho comparable a las perdidas por los españoles) creyeron que sería fácil atacar a Felipe II en su propio territorio. Isabel autorizó una invasión de Portugal, destinada a sentar en el trono al prior de Crato. En la primavera de 1589 Drake sacó su escuadra de Plymouth, saqueó La Coruña y desembarcó sus gentes en las cercanías de Lisboa. Las tropas del regente, el cardenal-infante don Alberto, los acuchillaron sin piedad. Los pocos supervivientes no tuvieron más remedio que reembarcar y regresar a todo trapo a Inglaterra. Entonces concentraron sus esfuerzos en atacar a las flotas de Indias, pero la reorganizada escuadra española no dejaba ahora rendijas en su defensa. En 1590, Hawkins regresó de vacío a Inglaterra. Al año siguiente, Howard se lanzó contra la flota a la altura de las Azores, donde estaba acechando su paso. La reacción española puso en fuga al almirante inglés y capturó uno de sus barcos, el "Revenge", que serviría de modelo a los ingenieros navales españoles para diseñar nuevos buques. 1592 presenció otra derrota inglesa. En 1594, Drake atacó las islas Canarias; pero se le rechazó enérgicamente. Algunos de sus hombres quedaron prisioneros, y por ellos se supo el verdadero objetivo de Drake: Panamá. Las tropas de Tierra Firme fueron avisadas. Cuando Drake y Hawkins se presentaron en aguas americanas, ambos fueron derrotados en Puerto Rico con graves pérdidas. Hawkins murió y nuevos fracasos jalonaron la ruta de Drake hasta Panamá, donde Diego Suárez derrotó nuevamente a sus gentes. Finalmente, derrotado también en Portobelo, Drake enfermó y murió desesperado. De las 30 naves que habían salido de Inglaterra, sólo cinco pudieron regresar a la metrópoli.
Todavía planeó Felipe II una nueva invasión de Inglaterra cuando en 1596 Howard atacó Cádiz, ocupó la ciudad durante unos días y tuvo que retirarse con las manos vacías. Ahora Felipe demostró más prudencia que en su primer intento. Calais había caído en manos españolas y por tanto ya tenían el puerto que necesitaban para abordar la invasión de Inglaterra. La nueva flota, casi del mismo volumen que la de 1588, constituía la más convincente demostración de la recuperación naval española.
Pero unos vientos contrarios del noroeste la dispersaron. Fue ésta la última flota que Felipe II envió contra sus enemigos "herejes".
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