Cuarenta años después de la caída de Constantinopla en manos de los turcos, la cristiandad va a tomarse el desquite en el otro extremo del Mediterráneo. Desde 1480, en que, graias a la conclusión de la guerra de sucesión, los Reyes Católicos tienen las manos libres para otras empresas, Castilla puede pensar en reemprender a fondo la guerra contra Granada, último reducto del poder islámico en la Península. Las operaciones militares tienen tanto el sabor medieval (espíritu de cruzada) como el moderno (empleo masivo de armas de fuego, concentración de medios económicos y bélicos a cargo de los soberanos). En pro de la conclusión de la Reconquista, Isabel y Fernando aplazarán la resolución de algunos problemas de orden internacional no menos urgentes: recuperación del Rosellón y la Cerdaña, intervención a fondo en Nápoles... No obstante, las operaciones en territorio granadino van a constituir una auténtia escuela de capitanes, que capacitará militarmente a los reinos hispánicos para, en un futuro próximo, hacer bascular a su favor la balanza de la política internacional.
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