13 feb 2014

LOS ORÍGENES DE ROMA 3

Dejando aparte las leyendas de Rómulo y Remo, el Rapto de las Sabinas o la referente a los Horacios, lo cierto es que la tradición cuenta que fueron siete los reyes que se sucedieron en Roma entre la fecha de su fundación y el año 509 a. de C., fecha en que el régimen monárquico fue sustituido por e republicano. Tamizando el fárrago e leyendas que se acumularon en torno a ellos se puede hilvanar la historia de los primeros siglos de aquella ciudad-estado en los siguientes términos:
Entre los latinos, dedicados a la ganadería, y los sabinos, al parecer agricultores sedentarios, surgieron conflictos en los que prevalecieron los primeros, que impusieron a los segundos su organización social de signo patriarcal, así como su sistema político. Un monarca, elegido por la asamblea del pueblo con carácter vitalicio, gobernaba la ciudad como supremo jefe militar y religioso, asesorado por un colegio sacerdotal y por un senado, compuesto por los jefes de los trescientos clanes familiares que, según la tradición, había en Roma.
La antigua colonia de Alba Longa que había sido Roma en un principio, llegó a convertirse por la fuerza en territorio de su metrópoli antigua y, lo que es más importante, asumió el papel de cabeza de la confederación de ciudades latinas que antes había correspondido a Alba Longa.
Para los etruscos, el fortalecimiento de la liga latina bajo la capitanía de Roma constituía un serio obstáculo para su expansión hacia las fértiles llanuras de Campania, las tierras en que los griegos se habían ido asentando durante decenios y donde sobraba el trigo que necesitaban los etruscos. Por este y otros motivos que no es necesario detallar, los etruscos se apoderaron de Roma y se abrieron camino hacia Campania. Desde entonces y hasta el fin de la monarquía, la ciudad fue gobernada por etruscos, a merced de unos reyes que más se asemejaban a los tiranos que por aquel entonces proliferaban en el mundo mediterráneo.
A la sombra de estos reyes acudían a Roma artesanos y comerciantes etruscos, gentes industriosas, de gustos refinados y de una cultura muy superior a la de los rudos pastores y campesinos romanos, que pronto formaron una floreciente clase media en la que se fueron apoyando los monarcas para realizar un interesante plan de reformas que culminó con el establecimiento de la República. No son pocos los especialistas que ven en este momento histórico el gérmen de la definitiva división del pueblo romano en dos sectores claramente diferenciados: patricios y plebeyos. La clase patricia la formaban los elementos procedentes de la fusión entre latinos y sabinos; se agrupaban en clanes familiares a los que llamaban "gentes" , conformando familias diferenciadas que eran presididas por un pater que gozaba de autoridad absoluta sobre todos los miembros del clan, con derechos incluso sobre la vida de sus miembros. Según parece, el número de estos clanes se elevaba a 300. Cada 10 gentes se agrupaban en una unidad superior que recibía el nombre de curia, siendo su número de 30. Estas curias se agrupaban de 10 en 10, lo que venían a ser las tribus, que eran un total de 3. La propiedad privada no existía entre los patricios. El clan era la persona moral propietaria de los bienes que no podían ser vendidos por un miembro cualquiera de la familia. Además de las personas vinculadas a la gens por lazos de sangre, se integraban en ellaotras muchas mediante otro tipo de lazos denominados clientelares, es decir, por medio de un pacto por el que, a cambio de la protección del clan, los clientes ofrecían sus servicios y fidelidad.
El segundo grupo lo formaban los plebeyos, cuyo discutido origen parece relacionarlos con la población advenediza de los etruscos.
Y mientras que los patricios se regían por su sistema patriarcal, los plebeyos seguían las costumbres de resabios matriarcales. Así, en vez de heredar el apellido paterno, heredaban el materno, con lo que los patricios tenían una buena ocasión de despreciarlos echándoles en cara una expresión cuya traducción más elegante podría ser "hijos de padre desconocido". Patricios y plebeyos adoraban a dioses distintos. La propiedad privada era usual entre los plebeyos. Se les reconocían plenos derechos civiles, pudiendo dedicarse al comercio, adquirir bienes, etc... pero no gozaban sin embargo de derechos políticos. El matrimonio entre patricios y plebeyos estaba terminantemente prohibido.

(CONTINUARÁ)

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